Según la segunda ley de Kepler, la velocidad de traslación de la Tierra varía a lo largo de su órbita. Es máxima en el perihelio, alcanzando los 110.700 kilómetros por hora, y mínima en el afelio, con 103.536 kilómetros por hora, una diferencia de más de 7.000 kilómetros por hora. Esta ley establece que la línea que conecta a los planetas con el Sol abarca igual área en igual lapso de tiempo, lo que significa que los planetas se mueven más rápido cuando están cerca del Sol y más lento cuando están lejos.
La inclinación del eje terrestre también juega un papel importante en este fenómeno. La Tierra está inclinada en relación al Sol, lo que resulta en una iluminación diferente en cada hemisferio. Actualmente, el hemisferio norte está más inclinado hacia el Sol, lo que provoca días más largos y el verano, mientras que en el hemisferio sur ocurre lo contrario.
Este evento astronómico no solo es un recordatorio de las complejidades de nuestro sistema solar, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la precisión y belleza de las leyes que rigen el movimiento de los cuerpos celestes.