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LA CRUZ DE ROSENDO Y EL RINCÓN DE LOS CURAS

OPINIÓNCÁCERES
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En la salida de la carretera hacia Ceclavín, el alto de las últimas casas, luego bajamos una recta, al final la calleja de las Viñas; seguimos, otra recta y casi al final, el terraplén a la izquierda. Antiguamente íbamos por allí de “paseo escolar”. Al hacer la carretera, un desprendimiento del talud acabó con la vida de Rosendo, que por lo visto era abuelo de este Rosendo, hermano de Vicente, con el que compartimos cada temporada cacerías a las zorras en el invierno. Había una cruz labrada en la pizarra para recordar el triste suceso.

Si seguimos la carretera, cambio de rasante y descenso pronunciado. Cin- cuenta metros o menos y un rincón a la derecha formado por la pared, que entonces, creo que ya no, formaba un ángulo recto que servía de abrigo de los aires fríos del norte. El Rincón de los Curas. Lo que recuerdo es que tam- bién íbamos por allí de “paseo escolar” y llegábamos hasta el dicho Rincón. Posteriormente solíamos ir por allí con las amigas y hacíamos alguna lumbre, y poco más. Habría que preguntarse por el nombre. Rincón sí, pero ¿de qué curas? Se conoce que habría alguno que acostumbraba también a frecuentar aquel ángulo de la pared al abrigo del viento y a disfrutar de su cálida resola- na. Si no ¿a qué?

Hoy: El terraplén de la Cruz de Rosendo se ha derrumbado en algunos tramos, pero la peña de pizarra, donde está labrada la cruz, se mantiene. La cruz se ve a duras penas, pero allí sigue, con sus dos letras: una R y una L. El Rincón de los Curas ya no existe. Algo se puede adivinar, pero poco, restos de una pared y poquito más. El tiempo no  perdona.


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