Hace algunos años la Comisión Europea ante la situación de las mujeres y niñas de Afganistán lanzó una campaña bajo el lema” Una flor para las mujeres de Kabul” con el fin de concienciar al mundo sobre el gran problema que sufrían las mujeres de esta zona del mundo. Fue una manera de pedir ayuda internacional para que se respetaran todos sus derechos gravemente violados. Este diario ya expresó su rechazo al trato inferido a las mujeres de ese país. La intervención norteamericana paralizó los terribles sufrimientos que padecían especialmente las mujeres y las niñas. Durante este paréntesis occidental parecía que el sistema había mejorado considerablemente. Pero en el mes de agosto del pasado año, hace ahora un año, los norteamericanos abandonaron el país, los antiguos gobernantes resucitaron sus costumbres y retomado el poder después de 20 años con la consternación de organizaciones internacionales que manifestaron su enorme alarma por el retroceso en lo referente a aplicación de los derechos de las mujeres, como ha sucedido según las últimas noticias.
En la ciudad de Cáceres tuvo lugar el pasado año una manifestación en favor de los Derechos Humanos que deben extenderse a todos los ciudadanos, aunque las voces en ese sentido no han conseguido gran resultado. Por ello hay que clamar, que todo el mundo se indigne cuando se conocen las terribles noticias que nos llegan sobre los padecimientos de mujeres y niñas. Se ha restablecido la obligación de que las mujeres vistan “la oscuridad del burka”, que es una cárcel para toda la vida, solo deja libres los ojos que apenas pueden ver a través de una rejilla, una crueldad y por otra parte es inconcebible que se encierre a las mujeres, se les impida realizar actividad laboral de ningún tipo y se prohíba a las niñas ir a la escuela. Un daño moral de irreparables consecuencias.
Los que imponen estas normas saben perfectamente que las mujeres son iguales y que son la mitad de la población, tienen un importante papel social, cuidan del hogar y de los hijos y llevan adelante a todo el país. Despreciar de esa forma a todo un colectivo, es inhumano. Son sus esposas, las madres de sus hijos y seres humanos del mismo nivel físico y espiritual que sus agresores. El mundo tiene que reaccionar para exigir que se acabe este sistema feudal tan agresivo.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos que se aprobó por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1948, consagró un conjunto de derechos que deben ser respetados. Todos los países tienen que exigir a los que gobiernan el respeto a los derechos fundamentales, cualquiera que sea el lugar y el sexo del titular .Hay que dar la voz de alarma y luchar para que se alcance la igualdad, la libertad y el respeto a las mujeres, como a todos los seres humanos, imprescindible en toda sociedad pacífica. Debe hacerse todo lo posible para que se abandonen estas abominables prácticas que conllevan dolor y desesperación y desplegar la voz necesaria para que se respete por igual a todos los ciudadanos. Es una obligación de los países civilizados.