calle de fez
Comparte en redes sociales

calles marrakech
Calle de Marrakech. Marruecos.

Un grupo de buenos amigos acabamos de realizar un viaje por tierras de Marruecos: nuestro vecino del sur. El periplo ha sido maravilloso porque los 5 matrimonios que hemos viajado juntos, tenemos experiencia de viajes anteriores, nos conocemos todos y sabemos las virtudes y defectos de cada uno. Esto nos permite una convivencia muy positiva. 

El viaje nos ha llevado a conocer Casablanca la capital industrial y financiera del reino marroquí y sus cuatro ciudades imperiales: Rabat, Meknés, Fez y Marrakech. También hemos recalado en otros lugares muy interesantes como la ciudad romana de Volúbilis en la Mauritania Tingitana; Moulay Idris la ciudad santa del primer sultán idrisi; Ifrane villa de montaña denominada la suiza de Marruecos; las cordilleras del Rif y del Atlas que constituyen la bomba que surte de agua al país y el valle del Ourika cuna de los bereberes.

Lo primero que ha sorprendido a los viajeros es el paisaje de la zona visitada: el área comprendida entre las cordillera del Atlas, del Rif y el océano Atlántico. Esperábamos más aridez y nos hemos encontrado un paisaje de verdor al inicio de la primavera, tanto en las tierras de secano como en las de regadío de las que existen superficies muy notables en las zonas llanas dominadas por las cordilleras. Las montañas son las suministradoras de las aguas de la lluvia y del deshielo de las abundantes nieves que orlan las altas cumbres, las cuales son retenidas en embalses de cabecera ubicados en los ríos (ueds). Otra parte de las aguas pasa a alimentar los acuíferos subterráneos.

Hemos podido comprobar que Marruecos es, al menos en el área visitada, un país que emerge con fuerza bajo la atenta mirada de su monarca alauita Mohamed VI, cuya efigie se encuentra presente por todas partes.

Visitamos la zona que fue, entre 1912 y 1956 cuando Mohamed V el abuelo del actual monarca consiguió la independencia para su país, protectorado francés. La influencia de Francia es notable en todos los órdenes de la vida marroquí, comenzando por el idioma que está presente en la región que fue antiguo protectorado galo.

Se nota una gran actividad de construcción de infraestructuras. Destacan aunque no lo visitáramos el estratégico puerto de Tánger – Med ya finalizado y operativo, ubicado entre Tánger y Ceuta, que será el principal puerto de entrada y salida de productos a un continente de amplias potencialidades de todo tipo como es África.

Autovías que unen la principales ciudades Tánger con Casablanca, vía Rabat y la continuación a Marrakech, la ciudad turística por excelencia que dispone de un moderno aeropuerto muy funcional que recibe y expide innumerables vuelos llenos de turistas de todos los rincones del orbe.

Está en construcción una línea ferroviaria de alta velocidad entre Tánger y Casablanca.

Pero el embrujo de las ciudades imperiales de Marruecos reside en sus construcciones clásicas: mezquitas con esbeltos minaretes, madrazas o escuelas coránicas, jardines y palacios reales o de altos dignatarios que son el reflejo de una sensibilidad artística muy notable. Podemos comprobarlo también en el legado que dejaron en España (Al Ándalus para ellos) en Sevilla, Córdoba y Granada, pero también en muchas otras ciudades que en algún momento fueron dominadas por los almorávides, almohades y benimerines en su periplo de casi ocho siglos por nuestro país.

Espectáculos como la medina de Fez son difíciles de contemplar en otras partes del mundo. 9.600 estrechas e intrincadas calles, llenas de recovecos, que albergan una población de 460.000 habitantes, la tercera parte de la total de la ciudad, todas ellas moviéndose al unísono por aquellos laberintos de callejuelas, tratando de vender su producto. Lo que consiguen después de un intenso proceso de regateo con el turista de turno que termina atrapado en la verborrea del vendedor y, al final de la compra, convencido de que ha sido engañado en el precio, pese a la rebaja obtenida. Todo ello bajo el sonido insistente y persuasivo de la llamada a la oración por parte de los almuédanos o muecines, que lo hacen cinco veces al día.

Hemos contemplado embelesados mezquitas de alta significación para los marroquíes, como la de Hasan II en Casablanca, de moderna construcción, en la que participaron con su óbolo ferviente un elevado número de ciudadanos y que es una imponente mole dotada de un minarete de 200 m de altura, el más grande jamás construido. Sólo pueden comparársele, aunque de lejos, la Giralda sevillana y la Koutobia de Marrakech.

Otro espectáculo para los sentidos es deambular en un plácido paseo por la plaza Jemaa el Fna de Marrakech, en la que se mueven cientos y cientos de personas de todas las nacionalidades para presenciar los espectáculos que los vendedores, cuentacuentos y amaestradores de animales ofrecen continuamente a lo largo de la jornada. Luego continúan las compras: cueros, cerámica, chilabas, túnicas, babuchas y toda clase de abalorios y adornos en la medina contigua a la plaza dotada de una vitalidad trepidante. Pero antes del regateo se ha de tomar un revitalizante té con menta en alguna de las terrazas elevadas de los cafés desde donde se domina el panorama.

En fin ha sido un viaje muy agradable que pasa a engrosar nuestros recorridos anuales por: China, India, Vietnam, Tierra Santa y Praga o Budapest y también el sur de Francia.

A mí personalmente Marruecos me ha encantado. Creo que a mis amigos también.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *