Durante muchos años la estación de tren de Plasencia ha estado y está abierta con máxima eficiencia. Todas las personas que visitan la ciudad y los residentes tienen un refugio limpio y caliente mientras esperan los ferrocarriles de turno. Lentos, como todos los de pasadas épocas hasta que llegó el Ave. Con el nuevo sistema había gran facilidad en los horarios. Se llegaba por la mañana desde Madrid y por la tarde el regreso, era puntual y cómodo.
El viaje a Salamanca también estaba muy bien estructurado. Muchos jóvenes de Plasencia y comarca lo utilizaron en época de escasos coches para realizar los exámenes en la Universidad y en el Conservatorio de Música. Hoy afortunadamente esta bella ciudad tiene en servicio escolar espléndido, nada menos que seis Institutos de Enseñanza Media, una Sede de la Universidad y un Conservatorio en los que estudian cientos de niños de la propia ciudad.
Los gobernantes de una y otra ideología han minusvalorado la importancia de las comunicaciones de esta región y durante un largo tiempo venían prometiendo un tren rápido y moderno como el que disponen numerosas zonas de España. Después de veinte años se deciden a inaugurar un Tren llamado de Alta Velocidad que más parece de Alta Vejación a Extremadura. La rapidez se asemeja a la de hace años, no hay aire acondicionado, retrasos sistemáticos en las llegadas y algo muy extraño: se anula la parada en la ciudad de Plasencia, y se fija en Monfragüe a 30 kilómetros, nadie sabe quién ha tenido esta ocurrencia. Por tanto los que pretendan tomar esa forma de trasporte desde Madrid, deben tomar autocar o coche privado para “acercarse” a la lejana parada, teniendo una estación en Plasencia, muy cerca del centro de la ciudad, con buena instalación. ¿Qué puede hacerse con esta decisión tan poco racional? ¿Silenciar el brillante sistema y adaptarse o clamar contra esta solución de carácter tan ilógico?
Extremadura no puede ser la cenicienta, no es una región de segunda fila. Solo hay que valorar el maravilloso paisaje, los tesoros arquitectónicos que guarda .Hay ciudades que son Patrimonio de la Humanidad por su belleza y buena conservación y los residentes son abiertos y apreciados como ciudadanos del mundo, así lo señala el Himno de su Virgen . Es nuestro mundo la tierra entera.”
Nadie entiende que sigan estas restricciones tan humillantes que se airean todos los días precisamente en estos momentos en los que se expone Las Edades del Hombre en la Ciudad de Plasencia, con más de 180 valiosos cuadros y estatuas. Hay que cambiar las características de este nuevo tren tan poco práctico si para utilizarlo tienen los viajeros que desplazarse 30 kilómetros, qué complicaciones tan absurdas se han creado. Como ha manifestado el eximio Luis Landero: los políticos son unos canallas al tratar a los extremeños como no se merecen, el nuevo tren es un desafuero y una afrenta según sus propias palabras.