Según lo que se ha publicado parece que se va a crear de nuevo un Ministerio de Igualdad, que, como bien sabemos por experiencia, el anteriormente puesto en práctica, no sirvió para avanzar en la igualdad de sexos que establece el artículo 14 de nuestra Constitución Un precepto muy completo que se invoca con frecuencia. Es uno de los que más ha requerido las resoluciones del Tribunal Constitucional.
Tenemos muchas leyes de gran rango que exigen y promueven la igualdad de todos los ciudadanos. Son las Cartas Magnas de los países civilizados, a las que hay que añadir el Tratado de Roma y toda la extensa legislación de la Unión Europea, Reglamentos, Directivas, resoluciones administrativas. Lo que debe hacerse es aplicar la normativa y sobre todo promover la educación, que penetre en el tejido social, la convicción de que todos somos iguales y el respeto al diferente, criterios que defiende la moderna sociología. No es necesario un Ministerio como no lo fue cuando se creó hace unos años.
Es terrible pero la discriminación sigue vigente con total claridad y apenas rechazo. No hay más que ver los anuncios, la publicidad en general. Cada vez es más patente la xenofobia y la culpabilización de los extranjeros, violando incluso la presunción de inocencia. Muchas son las mujeres asesinadas por su pareja, maridos, ex consortes y también las mujeres que cometen crímenes inexplicables contra las personas que han compartido su vida asesinando a sus hijos y a los hombres que son padres de sus hijos. Las condenas no logran conseguir la erradicación de este drama que destruye una familia.
Nos invade un escepticismo y siempre el recuerdo de lo infructuosos que resultan algunos sistemas de prevención, como las órdenes de alejamiento. Cuando una persona está amenazada y tiene al presunto en su casa o alrededores es preciso que se le otorgue protección, no una pulsera que identifique al agresor. Se dice que es caro pero lo es mucho más la pérdida de una vida humana y la orfandad de tantos menores que tienen que pasar el resto de su vida sin un apoyo, sin una caricia materna o paterna. No es suficiente con unas horas de clamor ante los ayuntamientos o ante las casas de la tragedia. Hay que reaccionar. Todos, los poderes públicos, los Inspectores, policías, vecinos. Toda la sociedad en pie para que nunca tengamos que asistir a estas pérdidas tan inexplicables.
La sociedad tiene que rechazar cualquier discriminación por pequeña que sea y los chistes y chascarrillos que con sorna cruel sacan a relucir viejos tópicos así como los anuncios de publicidad que denigran y se exhiben sin pudor, casi siempre aderezados con cometarios degradantes. Hay que intentar que se borren del todo los antecedentes del patriarcado que permanecen desde el Código que se expresó en las Euménides donde los dioses declararon inocente al matricida, proclamando que la madre no es verdaderamente progenitora, honor que corresponde solo al padre y se quedaron tan tranquilos. Aunque han pasado muchos siglos lo triste es que aún se establezcan tratos diferenciales en los sexos, en las familias en los trabajos, en relación con los lugares de origen, en la esfera social.
La Constitución es muy contundente. Todos los españoles son iguales ante la ley. No puede prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra circunstancia personal o social. Aplicar este precepto es lo importante.
Un Ministerio de Igualdad es un gasto inútil. Invirtamos en educación, en respeto y valores sociales que procuran la convivencia para alcanzar el Universo moral, un ideal que señalaron importantes filósofos contemporáneos.