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Políticas contra el sector agrario en la UE

CAMPODESTACADAOPINIÓN
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Un viento ambientalista que mantiene un discurso catastrofista sobre los efectos del cambio climático, que mejor sería calificarlo como variación climática, situación que se ha producido durante toda la historia de nuestro planeta, recorre los despachos de la UE, agitado por lobbies ecologistas y por intereses de las industrias ligadas a las energías renovables.

El Consejo Europeo tiene en estudio una Ley de Restauración de la Naturaleza, que curiosamente la promueven los ministros de Medio Ambiente de modo exclusivo y que supone una vuelta de tuerca más para asfixiar al sector agrario europeo. La justificación esta vez es la biodiversidad y el estado de los ecosistemas. Según aseguran el 80 % de los hábitats de Europa se encuentra en mal estado y el 70 % de los suelos en un estado poco saludable. Supongo que afirmación tan contundente, estará sustentada en estudios multidisciplinares independientes y no en ocurrencias ambientalistas.

A pesar del daño que el contenido actual de esta ley puede infligir a un sector estratégico como es el agrario, que ha de asegurar la alimentación de la sociedad europea a precios razonables, tal y como se consiguió durante los momentos más difíciles de la pandemia, los ministros de Agricultura de los estados de la UE parece que no existen en lo relativo a ella. Se han evaporado. Entre ellos se encuentra el español, que no dice esta boca es mía. Y está a lo que le digan.

En el Parlamento Europeo, se ha aprobado el 12 de julio, tras reñida votación (336 votos a favor, 300 en contra y 13 abstenciones), lo que es indicio de una falta absoluta de unanimidad, una ley que pretende reducir las superficies agrarias de la Unión Europea, al tiempo que da prioridad a las instalaciones de renovables, que se están comiendo día a día terrenos agrarios. Y que digan lo que digan, causan un fuerte impacto ambiental y paisajístico. Les invito a que se den una vuelta y vean los efectos de miles de hectáreas colonizadas por los espejos.

El Pacto Verde Europeo y su estrategia de la Granja a la Mesa empiezan a tomar forma legal y vinculante. Nadie ha estudiado ni se han analizado, ni valorado económica, social y ambientalmente las consecuencias que todas las medidas que se introducen en esta nueva ley, pueden traer a la vieja Europa, que, en un proceso de decrepitud como entidad supranacional, va dando tumbos ambientales y apostando a ciegas por unas políticas cuyas consecuencias finales ignora.

El camino ambientalista a ultranza por el que ha optado la UE, va a conseguir aumentar cada vez más las diferencias como potencia mundial con Estados Unidos y con China, que siguen derroteros totalmente distintos al rito ecologista europeo.

Para camuflar la posible acción negativa de la nueva ley, y con el cinismo que caracteriza a la burocracia europea, la portavoz de medio ambiente de la Comisión, ha declarado que la nueva ley pretende garantizar la seguridad alimentaria, la producción de alimentos y el sustento de los agricultores. ¿De verdad?

Como no tienen suficiente con las zonas protegidas de la Red Natura 2000, que constituyen un corsé para el desarrollo y han contribuido al vaciado poblacional de muchas zonas rurales, en España hay ejemplos paradigmáticos de ello, pretenden extender su actuación al resto del territorio y especialmente a la actividad agraria a la que consideran culpable, según parece, de la pérdida de biodiversidad y del mal estado en que, según ellos, se encuentran muchos ecosistemas.

También les parecen poco las medidas ambientalistas que figuran en los planes estratégicos de la nueva PAC, entre otras la condicionalidad, o los eco regímenes. Quieren apretar aún más las clavijas a la agricultura y a la ganadería europeas. En su deriva ambientalista, están descalificando al sector agrario como un sector estratégico. Lo que pondrá en riesgo la seguridad y la soberanía en el abastecimiento alimentario de la UE.

Piensan que los alimentos que no se produzcan en la UE, podrán adquirirse en el extranjero. No nos dicen con qué nivel de calidad, trazabilidad, sanidad y a qué precio. Parece que no les ha sido suficiente con los descalabros de la política energética, que ha optado por un cierre de las nucleares lo que ha llevado a tener que adquirir gas del exterior a precios desorbitados. E incluso a tener que reabrir minas de carbón en Alemania. Y siguen en sus trece. Ahora van a por el sector agrario al que consideran como el enemigo a batir en sus planes ambientales.

La ley dispone que los estados miembros han de diseñar planes nacionales para restaurar la naturaleza. Y obliga a la protección del 20 % de las áreas terrestres afectadas de los estados miembros para 2030 y el 90 % para el año 2050.

Establecen medidas diversas para proteger la biodiversidad como la introducción de elementos paisajísticos en las tierras cultivadas, con el objetivo, según ellos, de favorecer los polinizadores, o el control de plagas por métodos biológicos de modo que se reduzca el uso de pesticidas a la mitad en el año 2030.

No se valora la reducción de superficies agrarias y de producciones que traerá consigo la normativa en cuestión. Han negado que en España esto suponga una pérdida del 40 % de la superficie agrícola como aseguran algunas estimaciones. Pero tampoco dan unas cifras alternativas.

Con la aprobación de este proyecto de ley por el Parlamento Europeo, las organizaciones ecologistas están exultantes de alegría. Mala noticia para el sector agroalimentario. Parece ser que se introducirán enmiendas en las conversaciones multilaterales entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo Europeo.

Esperemos que se imponga el buen juicio y se revise a fondo esta norma, para no perjudicar más los intereses del sector agrario europeo, agobiado en la actualidad por los altos costes de los insumos y en muchos territorios por la sequía.


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