Se señala asimismo la importancia que tuvo la huelga de las empleadas de la limpieza de la Universidad de Harvard en 1938 reclamando un salario mínimo como el de los trabajadores y fueron despedidas. Todos los días debíamos clamar contra la evidente desigualdad que sufren las mujeres en el mundo, tener presente a aquellas que se han destacado por destapar las injusticias en épocas en las que no era fácil intentarlo, acordarnos también de tantas madres de familia que trabajan incondicionalmente en su hogar sin que se les considere “población activa” y las que lucharon por derechos fundamentales como el voto femenino. En España Clara Campoamor, María Lejárraga, Mercedes Formica, Carmen de Burgos. Las sufragistas británicas llegaron a morir por conseguir ese derecho. Muchas destacaron por su lucha en tiempos de flagrante discriminación.
Según manifiesta la doctora García del Carrizo, en nuestro país las mujeres no tuvieron acceso a la Universidad hasta finales del siglo XIX. La primera matriculada aparece en 1878 en la Universidad de Valladolid, Elia Pérez Alonso pero no terminó la carrera. Ya en el pasado siglo se abrieron las puertas para que estudiaran aunque durante los primeros años fueron pocas las que obtuvieron su licenciatura universitaria. Trinidad Arroyo Villaverde, natural de Palencia, presentó varios recursos para poder matricularse en el Instituto de Enseñanza Media. Con un brillante expediente estudió la carrera de medicina y ejerció la oftalmología en Madrid. Contrajo matrimonio con el Dr. Márquez, también oftalmólogo compartiendo no solo la profesión sino también los quehaceres domésticos. Con frecuencia manifestaban con orgullo su amigable competencia sobre a quién le había quedado mejor la limpieza de la casa. Felisa Álvarez Giraldo, la primera farmacéutica de Cáceres desempeñó su profesión en Aldeanueva de la Vera durante más de cuarenta años y fue la creadora de una crema dermatológica que ella misma preparaba, con todas los permisos del estamento oficial, llamada “Rosa Giraldo” de la que se vendieron miles de tubos. Así como María Antonia Morales una importante escritora cacereña cuyas obras se estrenaron en el Conservatorio de Paris en 1974 con gran éxito.
No hay que olvidar a las llamadas “amas de casa”, un trabajo que exige gran capacidad organizativa. Dirigir el hogar familiar equivale a ser jefe de una Pyme, Pequeña y Mediana Empresa, que se lleva a cabo invirtiendo muchas horas diarias y gran responsabilidad: cuidado de niños, atención a los enfermos, seguridad de los familiares y ejecución del presupuesto. Ya hace tiempo que está en acción la campaña para que los hombres se corresponsabilicen del trabajo doméstico aliviando la sobrecarga de las mujeres que viven en muchos casos asumiendo el pluriempleo, la jornada propiamente laboral y la del hogar. Forges, el gran humorista ,ahora recordado publicó hace unos años una viñeta en la que una mujer le decía a otra: “Desde que me liberé, cuanto más me realizo más me “arriñoño”. Una frase acertada.
El panorama apenas ha cambiado. Véase quien cuida a los familiares enfermos en los hospitales, a los niños en los parques y quien los lleva y recoge en la escuela: pocos hombres. Quien ocupa los Consejos de Administración de grandes empresas, altos cargos de la Administración y la Política: pocas mujeres.
Las reivindicaciones no se deben a plañideras pesadísimas, es una crueldad social que se limite el acceso al trabajo a las mujeres con hijos a cargo, se despida a las embarazadas o que se abone menor salario por el mismo trabajo. En estos días dedicados al recuerdo es necesario dar un aldabonazo para exigir la igualdad de una vez. También se ha establecido el día internacional del Hombre, el 19 de noviembre, con el fin de promover modelos masculinos positivos que apoyen la lucha contra la discriminación, que ya es hora en este siglo.
La autora es Académica Correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación