Digital Extremadura
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Pensé ser original abordando un tema que me parecía actual. Nada es nuevo, en internet vi que otros lo habían abordado  antes, incluso con el mismo título. El pistoletazo de salida me lo dio un artículo que decía que; En Estados Unidos, los hombres blancos de mediana edad y con menos educación se estaban muriendo a un ritmo inusitado. De hecho, su tasa de mortalidad era  mayor que la de los hispanos o los negros de su misma edad y de su mismo nivel educativo.  La mortalidad de los blancos menos educados era también mucho más alta ahora, de lo que había sido hasta comienzos de este siglo. ¿Qué pasaba? ¿Por qué, en este grupo, los suicidios y las muertes por drogas y alcoholismo habían aumentado drásticamente? Posiblemente el vacío existencial.

Uno de los textos budistas más importantes dice; «Somos lo que pensamos. Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos».   Buda lo decía hace 2500 años. Siempre se ha asumido que era así, pero en la actualidad, ya la  ciencia occidental reconoce  el poder de la mente sobre el cuerpo.  Se admite que el pensamiento es fundamental para moldear los estados físicos que experimentamos. La noción de vacío existencial es una sensación que experimentan las personas cuando no le encuentran sentido a su vida. De este modo, se sienten alienados. Esta sensación puede derivar en  depresión y  trastornos psicológicos.

Estas personas se aburren con frecuencia, son pesimistas y apáticos. No encuentran nada que le genere entusiasmo o que le provoque alegría, siente que no hay ningún objetivo que valga la pena.

El vacío existencial se ha convertido en un “mal contemporáneo” Para poder conseguir dejar de lado esa sensación, uno de los elementos que pueden llenarlo es la religión ya que le da un sentido a la vida. Tanto el vivir como el morir, requieren ayuda. Ayuda que, mediante sus símbolos y promesas, ofrecen generosamente las religiones.  El cristianismo acompaña a sus fieles, a través de los sacramentos, desde la cuna hasta la tumba. Ninguna fecha de dolor  y existencial queda sin referencia en  el catolicismo.
Y es que la experiencia religiosa es algo más que un sofisticado proceso de pensamiento o trascendente. Es un anclaje con la propia vida dándole un sentido más perdurable.

La pérdida de la religiosidad en los últimos años de la sociedad española, que curiosamente se está volviendo a demandar, es la que ha provocado este vacío existencial, que muchos casos está  promovido y apoyado por grupos populistas que esperan ser ellos los sustitutos de este hueco existencial que toda persona necesita llenar.

 

 


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