El déficit, esa palabra que nos resultaba lejana y que ahora forma parte del debate político. En una especie de carrera para ver quién es el Gobierno que antes llega a la reducción del déficit público, sin importar cómo lo hacen ni qué consecuencias tiene desde el punto de vista social y económico.
El Gobierno de Extremadura alardea de tener un 1% de déficit regional, sin analizar cómo se ha llegado ahí, ni qué consecuencias ha podido acarrear. Si analizamos la estructura social de la región, observamos una región profundamente pegada al sector terciario, sobre todo en los municipios de más población, y al mismo tiempo un sector primario en municipios rurales.
El aumento del desempleo en la época Monago puede llegar al 40% en verano, y ésto se produce por una falta de apoyo público a la iniciativa privada, sumada a la ausencia de ofertas públicas de empleo que paren la sangría de destrucción de empleo/emigración de los extremeños.
¿Qué satisfacción puede guardar Monago con los datos del déficit? La respuesta hay que buscarla en Madrid, en la calle Génova, sede del PP, o incluso en la misma puerta de La Moncloa para que Rajoy y su equipo, en este momento de hachazos en el PP, le abran sus futuras puertas.
No hay nada que celebrar. Es un absoluto fracaso llevar a la región al 1% del déficit si el empleo aumenta cada semana en centenares de personas¿Mostrará Monago las cifras reales del paro ajenas al maquillaje de los planes de formación? Mientras algunos celebran sus triunfos partidistas neoliberales, la región sigue estancada y cayendo en una crisis social que marcha a ritmos forzados para convertirse en un gran cortijo para los ricos que puedan costearse las «oportunidades».
Sean felices
