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NI REY NI ROQUE

OPINIÓN
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 De Gregorio Jiménez Floriano, al que chicos y grandes nombraban como Ti Grigoriu “El Topu”, tengo desvaídos recuerdos.  Sería yo un chavalín cuando me mostró una escopeta muy antigua y muy galana, de un caño.  Me la puso en mis manos y casi no podía con ella.  Si la memoria no me falla, era alto y desgarbado.  Gastaba sombrero de paño y pocos dientes en la boca.  Había nacido un 9 de septiembre de 1911, justamente cuando también lo hacía Paul Goodman, renombrado  sociólogo, escritor y activista anarquista estadounidense.  Pionero, además, del movimiento gay; referencia clave de “La Contracultura” y partidario de la “No Violencia”.  Gregorio era hijo de Ti Cirilo Jiménez Díaz y de Ti Perfecta Floriano Cabezalí, siendo nieto por el costado paterno de Ti Alfonso Jiménez Alfonso y de Ti Matea Díaz Montero, mientras que por el materno lo era de Ti Francisco Floriano Martín y de Ti Josefa Cabezalí Fuentes.

 

     Marcelo Jiménez Rodríguez fue uno de los vástagos de Ti Gregorio “El Topo”.  Siendo mozo un servidor, conversé con él varias veces.  Hizo sus pinitos por adquirir el rango de tamborilero.  Llevaba sangre de esos geniales músicos populares.  Su tío Marcelo “Moraguín” pasó a los anales comarcales como un diestro artista de la flauta y el tamboril.  Y sería Marcelo el que me contase varias historias sobre su padre, como aquella que nos viene a pelo para los renglones que desgranamos líneas abajo.

 

     Corría el día 20 de junio de 1922.  El rey Alfonso XIII iba de camino hacia la legendaria comarca de Las Hurdes: un viaje cargado de pazguatos paternalismos, ñoñas caridades, tufos de botafumeiros e imágenes y prejuicios rabiosamente distorsionados de la realidad socioantropológica del territorio jurdano.  El calor era agobiante.  La comitiva regia paró en un ventorro de Granadilla, la villa amurallada que hoy es un pueblo fantasma junto al embalse de Gabriel y Galán.  Don Faustino Monforte Arrojo, cacique, terrateniente de la zona y con no muy buena fama entre la clase jornalera, había dado día libre a sus segadores, para que se acercasen a vitorear a aquel rey, de cuya monarquía dijo el filósofo José Ortega y Gasset que “no ha hecho sino especular con los vicios españoles, al arrellanarse en la indecencia nacional”.  Gregorio “El Topo” tan solo tenía diez años y ya estaba de “atarín” (ayudante del segador) por aquellos campos, en compañía de su padre.  No hacía mucho, los segadores de varias comarcas extremeñas se habían levantado en huelga, solicitando la subida de salarios.  Pero pese a los contratos firmados, muchos amos no los respetaban.

 

     “Mi padri -me contaba Marcelo- tenía la cartilla bien aprendía, que se la oyía dicil de continu a mi agüelu Cerilu.  Antóncih, sigún me dijierun élluh, mandaba don Alfonsu Treci, qu,era un puteru y que na más le guhtaba andal de caza y metíu en loh casínuh andi se juegaban lah pérrah.  Y allí, en el ventorru de Granaílla, lah tuvun con el rey y algún otru de loh súyuh”.  No iba descaminado Marcelo en lo tocante a lo que le habían contado sobre el bisabuelo del actual rey español Felipe VI.  Su pasión por los automóviles, las carreras de galgos y caballos, los casinos, la caza, el polo y las mujeres es de sobra conocida.  Sus correrías por las casas de lenocinio, en compañía de su querido amigo el general Miguel Primo de Rivera, son de antología.  Y ello pese a ostentar los títulos de Su Majestad Católica, Canónigo Honorario de las catedrales de Toledo, León, Barcelona y San Juan de Letrán, así como los de Caballero Gran Maestre de las Órdenes Religiosas del Santo Sepulcro, Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa.  Sobre la oscura y gran fortuna que amasó, daría para muchas páginas.

 

     Cuando Alfonso XIII vio al grupo de segadores, con la campechanería que le caracterizaba, se dirigió donde ellos y, después de cambiar unas palabras e invitarles a un refrigerio, les preguntó: “¿A ver, qué le pedís al rey de España?”  Los segadores permanecieron un momento callados.  “Antóncih -me seguía relatando Marcelo “El Topo”-, jue mi padri, y esu que era bien chicu, y diju bien altu: `¡Que moh suban loh saláriuh y si no que se pudra el trigu en loh cámpuh!` ¡Claru, esu se lo había oyíu dicil al mi agüelu Cerilu, sino qué iba a sabel él de saláriuh ni saláriah, que na,más tenía dié áñuh!  A alguien del séquito regio no le pareció oportuna aquella contestación y, agarrando por una oreja a Gregorio, le advirtió. “-¡Más respeto y obediencia al rey de España!”  Pegó el muchacho un respingo y contestó, amenazante: “¡A mí no m,ehtira de la oreja ni rey ni roqui!”  Al día siguiente, el latifundista don Faustino Monforte, expulsó con malos modos al padre y al hijo de sus tierras.  Este individuo formó parte de la Comisión de Depuración de Responsabilidades Políticas en 1936, que represalió y condenó a muerte a numerosos republicanos, por el simple hecho de ser “rojos de mierda”.

 

     Hasta que no embarcó rumbo a Roma Alfonso XIII, al ser derrotado por primera vez el gobierno de su cuerda en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 (seis monarquías europeas cayeron en la primera mitad del siglo XX), no comenzó a desmoronarse el sistema oligárquico de la Restauración.  Pero ahogaron en sangre la República y la oligarquía siguió y sigue haciendo de las suyas.  Nosotros, siendo muchachos, nos entreteníamos con alguna vieja y sobada baraja al juego del “zurrumonu”.  Los que perdían eran sometidos a unos suaves coscurrones o pellizcos.  Cuando se descubría un naipe con el rey, mientras se les daban unos golpes en las espaldas a los perdedores, se les decía, canturreando: “Anda, anda, rey ni roqui/te tocarán la campana/don Fernandu “El Impotenti”,/a la puerta Berrozana”.  Esta puerta se encuentra en las murallas de Plasencia y parece ser que la cancioncilla tiene mucho que ver con el hecho del levantamiento de esta ciudad contra el rey castellano Fernando IV “El Impotente”.  El suceso se produjo el 27 de abril de 1465.  El monarca, representado por una estatua de madera, fue depuesto, derribándose la efigie al grito de: “¡A tierra, puto!”

 

     Reyes y Roques.  En pie siguen esas instituciones que dirige gente de la realeza, en el primer caso.  Y otras, en el segundo caso, gente aferrada como lapas a las puertas giratorias.  En uno y otro caso, instituciones y organismos clara y rotundamente antidemocráticos.  La democracia, por encima de todo, es “un hombre, un voto”.  La sangre azul pervierte la esencia democrática, como la pervierten las puertas giratorias.  Cuando acabamos de enterarnos que la reina Letizia (¿por qué siempre escriben el nombre con zeta?) Ortiz Rocasolano inaugurará el curso escolar 2015-2016 el día 1º de octubre en el instituto cacereño de secundaria “Javier García Téllez”, no salimos de nuestro asombro.  Los que estamos metidos en los mundos pedagógicos y luchamos por una educación crítica, racional, autogestionaria, que forme a ciudadanos y no a sujetos productivos (tornillos de la maquinaria neoliberal) y escrupulosamente democrática, no entendemos que una persona que se ha gastado en un año 130.000 euros en joyas y ropas y que representa un ente sin sustentación ni filosofías democráticas venga a Extremadura a incensar nuestras aulas.  Pero como nuestro jefe de filas, don Guillermo Fernández Vara, ha dicho que “tenemos un rey republicano” (desfachatez anacrónica), todo es posible en nuestra tierra.

 

     La lista de los roques (sin meter en la suma los roquetes) es más larga que un día sin pan.  Sueldos multimillonarios de políticos del PP y del PSOE y alguno que otro de las derechas nacionalistas que, sin vergüenza de tipo alguno, se reengancharon en las empresas energéticas y se convirtieron en los nuevos ricos, para afrenta de los que no tienen para llegar a fin de mes y acuden a los comedores sociales.  Ángel Acebes, Ángeles Amador, Juan María Atuxa, Carmen Becerril, Josep Borrell, José Folgado, Antonio Hernández Mancha, Joan Majó, Manuel Marín, Marcelino Oreja, Ana Palacio, Miquel Roca, Elena Salgado, Luis Solana, Pedro Solbes, Isabel Tocino…  Interminable la retahíla.  PSOE y PP amartelados y hermanados.  Y en cabeza José María Aznar López y Felipe González Márquez.  Este último, sin que su partido se ruborice y tome medidas, acaba de soltar aquello de “el Chile de Pinochet respetaba mucho más los derechos humanos que Maduro”.  ¿Hasta cuándo el PSOE, o lo que le queda de izquierda a estas siglas, va a tolerar que un “prostituto de la política, un hombre al servicio de la oligarquía y del gran capital, un meretriz del Imperio (EEUU)” (así lo denominaba recientemente el Blog del Viejo Topo), siga ciscándose en la honestidad histórica del partido que fundara Pablo Iglesias Posse?

 

     Gregorio Jiménez Floriano, motejado por herencia “El Topo”, fue un pobre jornalero que, con diez años, plantó cara a un rey.  Luego, un roque, con su espada de fuego, le arrojó, junto con su padre, de aquellas tierras que segaban de sol a sol por un miserable jornal.  Reyes y roques.  Roques y reyes.  Todos metidos en el mismo costal, aunque haya que abjurar y tirar las ideas republicanas a la basura.  Todo sea por la pasta, que no por la patria.  Un traicionero ataque al corazón se llevó de calle a nuestro paisano un 20 de enero, cuando cantan en el pueblo de Piornal aquello de “a los veinte de enero/cuando más hiela,/sale un capitán fuerte/a poner bandera”.  El canto se lo dedican a San Sebastián, pero en otros puntos conmemoran a San Augurio y San Neófito.  Desapareció del mapa Ti Gregorio y no podrá estar con nosotros en la lucha contra ese fascismo disfrazado de neoliberalismo puro y duro y que quiere darnos un timo democrático mediante un proceso de gatopardismo, lanzando a traición y por la espalda un destructor torpedo en la misma línea de flotación del Estado Social.  Le echaremos de menos en nuestra barricada, pero siempre permanecerá en nuestra memoria.

     


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