yomequedoencasa
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El sábado 14 de marzo se decretaba en nuestro País el estado de ALARMA.  Aún no hemos sido capaces de digerir qué es lo que está pasando porque de forma vertiginosa, todo se la dado la vuelta, estamos confinados, y lo estamos como el que gira sobre sí mismo, y al volver a su posición inicial, encuentra un escenario distinto en el lugar más íntimo: su propio hogar y ahí se queda.   Las gentes nos hemos recogido, en su mayoría, respetando la consigna “quédate en casa”.

Muchos estamos en casa como casi todos los días, pero con la llave echada y con el tiempo detenido. Hace una semana nos habría parecido imposible porque el coronavirus no era tan letal como se contaba, nos resultaba algo lejano aun, incluso, cuando llegó a Italia, pero, de pronto, como un remolino, empezó a inquietarnos que amigos, compañeros, erasmus, profes, carnavaleros….  hubieran estado en Milán, Roma o Venecia y, entonces, ya lo tuvimos encima, dentro, tan dentro, que a muchos nos dejó fuera a familia que ya no puede regresar a casa, nos descompuso el alma alejándonos de nuestros mayores a los que es imposible acercarse por miedo al contagio y sobre todo nos hiela el corazón las cifras de personas afectadas, conocidos, profesionales sanitarios y las víctimas mortales, ahora no es momento de contar quien nos ha estado mintiendo. Aún nos queda un largo recorrido, pero debe ser un recorrido lleno de esperanza.

saramago
Saramago.

Me vino a la cabeza hoy Saramago, y su Ensayo sobre la ceguera, estoy segura que muchos lectores lo han evocado como yo, en estos días. Cuando leí aquél ensayo, y cerré la última página de aquél libro, me dije: ES DE NOBEL. Nunca me había pasado antes y reconozco que tampoco me ha vuelto a pasar y eso que he leído grandes obras, de autores, sobre todo autoras a las que admiro.  Sólo tres años después, en 1998, un telediario me dejo pegada al televisor, a SARAMAGO le concedieron el premio Nobel, Don José, el portugués original, genuino y único era reconocido como merecía y me produjo una dulcísima alegría, creo que también es porque los extremeños nos sentimos muy unidos a nuestro hermano Portugal y desde luego yo amo ese país, a sus gentes, su lengua, sus paisajes, sus fados…  y como no, a Saramago.

Saramago definía este ensayo. como «la novela que plasmaba, criticaba y desenmascaraba a una sociedad desencajada».  Y no, no me vino Saramago a la memoria por esta descripción, sino porque no deja de ser una novela profundamente psicológica y el enorme egoísmo de sus innombrados personajes, en la lucha por sobrevivir, me evoca lo egoísta que es el ser humano aun cuando en estos momentos el comportamiento esté siendo ejemplar, debe ser que de forma magistral Saramago se acerca tanto al desfiladero de la conciencia, a través de una pandemia imaginaria, la de la ceguera, que el símil, me sirve. Me resulta ahora Saramago, además de todo lo dicho, un verdadero visionario, en su teoría psicoanalítica, tan bien definidas en abstractos personajes, refleja el funcionamiento del subconsciente excluyendo el control racional. Ojalá viviera para poder preguntarle porque hoy es real lo que el surrealismo de su obra, describió hace más de dos décadas.

Cómo no volver a traerla a mi memoria, si la novela sigue en su argumentación, las desgracias de personajes golpeados por la enfermedad y   «la mujer de un médico», lo que me resulta aterradoramente actual, el origen repentino e inexplicable y la naturaleza de la ceguera causan un pánico generalizado, el orden social se desintegra rápidamente a medida que el gobierno intenta contener el contagio aparente y mantener el orden a través de medidas cada vez más represivas e ineptas. Recomiendo su lectura, sobre todo porque contiene un final feliz, siento el adelanto si alguien se aventura, en un momento como este, a tan apasionante labor de leer la novela.

Seguiré en este encierro involuntario hasta que nos lo manden, trabajando desde casa, dejando volar mi imaginación,  hoy es Saramago, mañana será una fotografía la que ocupe mi mente, porque estos días esas fotos de nuestro salón me han devuelto a momentos maravillosos, en toda su intensidad, experiencias vividas que valoro como nunca antes fui capaz de hacerlo, otro día me detendré en ese baile que tan juntos me hace abrazar a mi Moncho o llegaré a lugares de mi casa tan recónditos que llevan ahí sin ser vistos en el tiempo que llevamos viviendo en este lugar, algunos con mucho polvo y ganas de salir de detrás de una puerta.

Lo mejor es, estoy segura de ello, que tras este periodo, mi casa será un sitio mejor para vivir y para estar, un lugar donde cada cosa tiene un sentido, las cosas están ahí por algo, buscar la razón nos devuelve a nosotros mismos, a lo que realmente nos importa; estoy convencida que para todos, después de este encierro, habrán cambiado muchas cosas, habremos girado, así  como de forma vertiginosa como el que gira sobre sí mismo y descubre donde está lo mejor de su propia vida, hasta en lo que perdemos y a quienes nos dejen. QUEDATE EN CASA y aprovecha para descubrir mil cosas bellas que tienes ahí, tan cerca. Quédate en casa y quédate con todo lo que tengas y no hayas perdido, porque en esta batalla muchos dejaremos también tanto…


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