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Cartas acehucheñas

94 – EL TAMBORIL

Estimados compatriotas: Entre las toses de mi camarada Pedro y mis estornudos, no levantamos cabeza. Es decir, que nos perdemos un día sí y otro también  la práctica de nuestra afición por encima de cualquier otra: la caza. A ver si San Sebastián nos ayuda, nos arregla estos organismos deteriorados y podemos ir con la tropa al campo, con la escopeta en brazos, a darle matarile a alguna raposa. Que así sea.

A lo que estamos: el sábado Nuestro Santo Patrón. No os voy ahora a dar la tabarra con cosas que ya he contado mil veces, y que habrá que seguir contando, claro; pero un  inciso. ¿Sabéis lo que decía don José María Domínguez Moreno en su libro “El lobo en el mundo antiguo extremeño”? Que la tradición de hacer sonar el tambor en las fiestas es para ahuyentar la presencia del Maligno, o sea, del lobo. ¿Sabéis con qué se hacían los tambores antiguamente? Con pieles de perro, sobre todo de mastines, los tradicionales enemigos del lobo. No es cosa de nuestro pueblo, es tradición generalizada, y más en comarcas en las que, antiguamente, abundaron los lobos. En fin…

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El autor, junto a una carantoña

Sigo leyendo cosas sobre Al zambugh – Al zebug – Azebuch – Acehúche. Por ejemplo: “ El comendador era dueño de los cuartos de Los Noquis, La Torrecilla, El Sesmu, La Espigaera y San Cristóbal, y propietario de un terreno de regadío en el Valle de la Huerta (El Pozu Valli) y ostentaba el monopolio de los molinos y pesqueras del río Tajo. Era nombrado por la Mesa Maestral de la Orden de Alcántara….”. Bueno, seguiremos con ese rollo otro día. Vamos a oír el tambor para que ahuyente no sólo al lobo, sino a la mala suerte, a las desgracias y a las tristezas. Que disfrutéis de los días del Santo. Ahí nos veremos.


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