violencia domestica
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¿Hasta cuándo va a seguir la violencia doméstica?  Cicerón  se dirigió al senador Catilina criticando sus desmanes con una frase muy  conocida: ¿hasta cuándo Catilina vas a abusar de nuestra paciencia? Ahora podemos utilizar el ejemplo  para preguntar ¿hasta cuándo vamos a soportar en nuestra sociedad  tantos asesinatos de mujeres, hombres y de niños  indefensos? Hay que  exigir lo que dispone la normativa vigente, que es profusa en todos los ámbitos y además debe promoverse  la educación y el respeto, con el fin de que se implante  en la sociedad un profundo convencimiento, que  las vidas humanas son sagradas como requiere la Ética, el Derecho y la Religión cristiana.

El  Ministerio de igualdad con todas las personas que emplea para su función,  no ha tenido  éxito. Raro es el día que no tenemos que lamentar la tragedia de una persona asesinada, en muchas ocasiones por falta de atención. Se ha reconocido que no se protegió  a las dos niñas que fueron asesinadas  por su padre en Castellón. Ante las denuncias no se aplicó lo dispuesto en el Convenio de Estambul (del Consejo de Europa  para prevenir la violencia contra las mujeres, la ablación genital, el aborto forzado, el acoso,  el matrimonio forzado, la esterilización forzosa, Convención  que fue   firmada por España en 2014). Tampoco los Ministerios de Interior y de Justicia advirtieron  que el temor transmitido por la madre denunciante no era irracional ni exagerado.

Actualmente lo cierto es que las muertes  no disminuyen. Da igual que se denomine  feminicidio, machicidio y añadirles el adjetivo vicario. Se insiste con frecuencia en destacar la importancia de cosas banales, acabar con los colores, las niñas de rosa y los varones de azul, los pendientes en las orejas de las niñas, es lo de menos, lo triste es que son centenares las mujeres asesinadas por su  pareja, maridos, ex consortes y los niños que sufren horrores  hasta la muerte. Los varones tampoco están a salvo. Hay que procurar que acabe este grave problema. De momento es decisivo que se incremente la protección. Muchas personas que sufren patologías graves tienen que tener un seguimiento determinando tales como la lejanía  de sus posibles víctimas, atender a cualquier llamada de socorro y lecciones reiterativas, insistentes de respeto, que desaparezca  aquella terrible frase: “mi marido me pega lo normal”.

Con las últimas tragedias nos invade un escepticismo al comprobar lo infructuoso que resulta la actuación de algunos organismos y sistemas de prevención, incluso calificados oficialmente de insuficientes  Cuando una persona está amenazada y tiene al enemigo en sus alrededores  debe tener ayuda rigurosa, no solo una pulsera que identifique al agresor o una orden de alejamiento. Parece  que sería muy costosa una protección mayor, pero lo es mucho más la pérdida de una vida humana y la orfandad de tantos menores que tienen que pasar el resto de su vida sin un apoyo, sin una caricia materna o paterna y el recuerdo terrible de lo vivido. No es suficiente con fomentar el lenguaje inclusivo, ni ocuparse del reparto de los juguetes.

Todos, los poderes públicos, amigos, vecinos tienen que  luchar para que acabe esta tragedia. La sociedad en pie para que nunca tengamos que asistir a este sufrimiento. Recientemente dos mujeres y un niño de meses han sido asesinados. Se había comunicado la amenaza. También un varón ha matado a la pareja de su ex. Son noticias que parecen habituales. Es triste tener  que  luchar por lo evidente como mantuvo Dürremant , algo hay que hacer.

Es una simpleza pretender que no se llame leche materna a la que da la madre al recién nacido. Lo efectivo es intentar que se borren totalmente los antecedentes del patriarcado, que desaparezcan los tratos diferenciales entre los sexos, en las familias, en los trabajos y sobre todo es necesario invertir en educación, respeto y valores sociales para la pacífica  convivencia y poder alcanzar  el Universo moral al  que han aspirado eminentes pensadores. La sociedad está realmente estremecida ante los hechos que relatamos. Es  un fracaso social. Hay que  prevenir estas conductas delictivas, vigilar  a las personas que hayan protagonizado repetidas situaciones de fuerza, acudir a la menor alerta, pero la solución parece lejana. ¿Hasta cuándo vamos a soportar esta tragedia social?

GUADALUPE MUÑOZ ÁLVAREZ


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