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La sociedad no para, dice que si, pero no es cierto. Sigue distribuyendo por separado a
los ricos y a los pobres. A los chicos y a las chicas. Alguna vez, alguien escribirá de modo
completo sobre todo. Sobre la necesidad humana de apoyarnos los unos en los otros, a
veces para despedazarnos.

¿Y qué me dicen ustedes de la honorabilidad, palabreja donde las haya y que solo
reconocen los ingenuos?. Porque esa es otra, pecado es ser de éste grupo. Algunos lo
dicen con la mejor intención: “Es que no se puede ser tan ingenuo”. Hay que ser taimado
y astuto, entonces, parecen agregar. Y cuando vas al diccionario para leer la definición
exacta, te la encuentras aplicada en ejemplos no tan similares a los de ahora que, éstos
si, tienen mas que ver con otros detalles y otras causas, larguísimas de explicar y
bastante aburridas.

Por mi carrera he estudiado muchas veces los conceptos físicos de estabilidad y
equilibrio. También el de la relación entre causas y efectos. Y la ley del péndulo, esa que
algunos españoles siguen a rajatabla (hoy aquí, mañana en el otro extremo…). Conceptos
que para nada funcionan en la diaria convivencia, y que habría de “explicarse” a los
grandes padres de la ciencia, los de antes y a los de ahora, demasiado enfrascados en
sus “laboratorios”.

Porque esa es otra, los grandes dirigentes que en el mundo son, siguen actuando de la
misma manera y con las mismas hipótesis, que hace veinte o treinta años. Y dado que los
lugares sociales hoy tienen otras dimensiones, organizan los experimentos en pequeños
recintos de esos grandes espacios interconectados, circunscribiendo la experiencia para
domarla y obtener resultados similares que les permitan sugerencias similares en grupos
diversos, aunque similares, en los que solo varía la edad, generalmente mucho más baja
e inexperta, de los ponentes.

Se obtienen, así, unos resultados, aparentemente modernos y actuales que reafirman una
determinada “fórmula de acción”, apoyada en una explicación parecida a la de otras
explicaciones “prehistóricas”, políticamente hablando, que tuvieron transcendencia en su
momento, pero que han quedado desfasadas. Explicación dicha (eso si) por personas de
treinta y pocos años, generalmente con escasos conocimientos históricos, lo que solo, en
apariencia, puede verse como renovación del discurso.

El sistema de progreso pierde su energía (minuto a minuto) con este modo de actuar,
dejando a la mayoría de la llamada “gente”, sin apoyo, a su albedrío y dependiente de sus
propios recursos personales, lo cuál no deja de ser un fracaso de la estructura creada
hace tiempo para todo lo contrario. Cuando lo analicen objetivamente, será muy tarde.


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