Principios de la democracia 2

¿Nos estamos equivocando?

ESPAÑAOPINIÓN
Comparte en redes sociales

¿Saben amigos? Hay cosas que carecen de solución: la seguridad con la que los que nunca han tenido una determinada experiencia se manifiestan sobre ella, los círculos viciosos en los que los más sensatos y fieles se manejan, la repetición de los errores una y otra vez por los humanos, la insolencia con que algunos tratan a otros y los enjuician sin saber ni la mitad de lo que ocurre, los argumentarios que manejan los politiquillos para su propia tranquilidad de ánimo…En fin…se podría extender la relación de asuntos hasta el infinito.

Posiblemente sea el más puro desconocimiento y una mala interpretación de aquellos, la absurda creencia de que si a otros les ocurre una fatalidad política solo es por culpa propia y no por la complejidad de la cuestión o la mala fe de los agentes…El afán por hacerse un nombre condiciona a los débiles a descalificar lo hecho por los cercanos y ocurre que han de venir los de diferentes signo para volver al camino señalado, el más vivaz, el más lógico…

A mí me molesta el perder el tiempo. El nuestro. Tanto y tan agudo. Me parece de una necedad estremecedora. Y me molestan las medias tintas y los argumentarios dichos sin convicción alguna. Quien a estas alturas de la película piense que los actores políticos son autónomos de sus jefes, trabajan solamente para el bien común y se sacrifican por los parados, los jóvenes o los ciudadanos de todo tipo y condición poseen una inocencia sobrecogedora.

Porque lo qué parece es justamente lo contrario y es sabido que en nuestro mundo de apariencias lo qué parece siempre es (para el gran público, que al final es quien vota) más creíble que lo qué es. Yo no he olvidado algunas sesiones maratonianas de plenos municipales preparadas a conciencia, llenas de debates encendidos y propuestas interesantes, echadas a perder y totalmente desdibujadas por la anécdota vulgar o la payasada de alguno de los bufones que siempre se cuelan en cualquier espacio público y que como no tienen fuerza real ni un gran número de votantes buscar el ser conocidos y ocupar la primera página de un periódico aunque sea para mal.

La democracia tiene estas cosas, así que perdónenme los espíritus puros si a veces se me viene a la cabeza la idea tenebrosa de que a los más serios en ocasiones parece perjudicarles pues da cabida, en igualdad de derechos, a cualquier tipo de encantador de serpientes que solo sabe malmeter. Hay que seguir en ella, en mi humilde opinión, porque es el menor de los males posibles, pero la sociedad debiera ser muy recia cuestionando a quienes tanto ayudan a resaltar opíparamente sus puntos débiles. Y para eso habría que buscar por parte del Estado una buena formación de sus ciudadanos. Para que elijan y discriminen con resuelta seguridad. Ahora, los partidos presentan sus listas y los contribuyentes votan una fuerza política mucho más que a un perfil adecuado de representante. A la vista está que demasiadas veces nos estamos equivocando.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *