El Rey Felipe VI ha sido el primero en valorar detenidamente esta exposición cuya sede es la ciudad de Plasencia, que fue fundada por el rey Alfonso VIII concediéndole un Fuero semejante al que se otorgó a Cuenca, con unas reglas de convivencia pacífica, verdadera regulación social muy valiosa en aquellos tiempos en los que la población estaba formada por moros, cristianos, judíos y gentes de otras tierras. Se logró un ambiente pacífico con respeto a todas las ideologías y religiones.
En estas Edades del hombre se presentan 180 obras magnificas que difícilmente pueden volver a apreciarse .Ha sido un gran esfuerzo que reconforta al visitante. Al mismo tiempo puede disfrutarse de una ciudad única que contiene preciosidades arquitectónicas.
Al entrar en la ciudad aparece un acueducto, construido en el siglo xv para abastecer de agua a la urbe. Muy cerca se encuentra el parque de los Pinos, con frondosa vegetación y un pequeño lago donde disfrutan cisnes, patos y pavos reales de gran vistosidad.
Varias iglesias de interés cultural se conservan en buen estado, San Pedro, San Nicolás y entre ellas la de San Martín, de estilo románico puro que se ha incorporado como ejemplo en varias historias del arte para los estudiantes de los cursos de bachiller, por la particularidad de sus arcos de medio punto. Hace tiempo se inauguró un Parador Nacional en la antigua iglesia de San Vicente, de gran belleza que disfrutan los que tienen el buen gusto de alojarse en la ciudad.
Es una de las pocas ciudades del mundo que tiene dos catedrales. La “antigua”, de Santa María que se construyó en el siglo XIII y la “nueva” que se levantó en el XV, sin derruir por completo la antigua. Se trata de un grandioso monumento de estilo gótico plateresco. En su construcción trabajaron arquitectos muy acreditados entre ellos el gran Enrique Egas. Más tarde, hacia 1513 se incorporaron otros grandes profesionales: Juan de Álava y Francisco de Colonia.Según las crónicas, su relación no fue muy cordial por lo que al fin se le encargó definitivamente a Álava. Hay que valorar la preparación técnica debieron tener aquellos arquitectos, cuantos obreros necesitarían para su construcción.
El gran filósofo Adorno habló de la sensación estética y de sus diferentes momentos. Beethoven comentó al terminar su obra Apassionata que su composición seguramente sobreviviría al menos diez años, sin embargo Stokchausen, compositor de música electrónica siempre ha mantenido que algunas obras impactan solo en un determinado momento. Es muy respetable este criterio pero la belleza de la catedral de Plasencia ha impresionado durante siglos. Todo es grandioso, y a medida que se visita una y otra vez recibimos una sensación más profunda.
El estilo gótico flamígero de la fachada catedralicia es una verdadera filigrana de piedra, destacando también la sillería del coro con hermosos calados, y encajes muy delicados en los extremos. Los respaldos de las sillas se rematan con un jarrón de azucenas. La central se destina al asiento del Obispo y las dos de los lados están dedicadas a los Reyes Católicos. En las tallas abundan las sátiras antimonásticas, posturas grotescas e impúdicas que al parecer ocasionaron disgustos al artista.
Las personas que visiten la exposición tienen el privilegio de disfrutar no solo con las obras de arte que allí se concentran, sino de la belleza del entorno.
El Órgano que se oye con emoción fue construido en 1920 en Azpeitia y se trasladó a la ciudad en 1948 al sitio en el que está en la actualidad. Se conserva en perfecto estado. Siempre tuvo excelentes organistas que dieron solemnidad al culto. En el archivo se encuentran partituras originales de los titulares como Juan Francisco Fabri y una magnífica colección de libros corales en pergamino.
La elección de este lugar para albergar la exposición ya muy acrisolada, con tantos tesoros artísticos, es un premio para todos los que se acerquen a este Museo transitorio, tan maravillosamente organizado. Que nadie se lo pierda.
LA AUTORA ES ACADÉMICA CORRESPONDIENTE DE LA REAL ACADÉMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN
