Digital Extremadura
Comparte en redes sociales

Comenzaba por entonces en España el imparable avance de un sector que a la postre se convertiría en uno de los punteros de nuestra economía. Se empezó ofreciendo al visitante sol y playa a raudales. Los principales núcleos turísticos eran: Benidorm un disparate urbanístico con torres de apartamentos de decenas de pisos, lo que confiere a su “skyline” el aspecto de un Manhattan cualquiera. Al proyectarse los turistas que los habitan sobre la playa no caben en ella. Junto al reducto alicantino, destacó la Costa del Sol con Torremolinos en primera línea de turismo masivo y Marbella en la que sentó sus reales la “jet society”.

Nos encontrábamos en una España que salía de la autarquía, que había superado el aislamiento internacional y que olvidada la posguerra comenzaba a modernizarse en sus modos y comportamientos. A ello contribuyó decisivamente la entrada masiva de turistas con ideas y costumbres nuevas que fueron asimiladas de inmediato y puestas en práctica por los españolitos.

Se daba tanta importancia al turismo que en los primeros años se otorgó un premio al turista dos millones (realmente fue al 1.999.999) Incluso a este hito le fue dedicada una canción.

El turismo evolucionó velozmente y las principales cadenas hoteleras se instalaron en el país. El sector se convirtió en uno de los más dinámicos de nuestra economía y España fue reconocida como un destino de primer orden para el turismo internacional.

La variedad de paisajes y de climas, una original gastronomía basada en productos agroalimentarios de excelente calidad obtenidos en España, el patrimonio cultural e histórico, la belleza de las costas peninsulares e insulares, excesivamente urbanizadas en algunos casos y la buena calidad de nuestros servicios, se han convertido en atractivos irresistibles para el turista. Su número ha ido aumentando en progresión imparable y en la actualidad – hemos tenido suerte con las secuelas de la “primavera árabe” – nos visitan alrededor de 75 millones de foráneos, lo que muestra el crecimiento de este sector, que hoy es clave en la generación de beneficios y empleos en nuestro país.

A la par se ha producido una mayor diversificación de la oferta turística. Turismo de nieve y de montaña, turismo rural y ecológico, turismo de embalses, enoturismo o turismo ornitológico entre otras especialidades, junto al tradicional de sol y playa, han abierto amplias posibilidades de elección tanto para los nativos como para los extranjeros.

Pero junto a un turismo de calidad se nos ha colado un turismo de “low cost”, parte del cual a su vez lo es de borrachera, sexo y gamberrismo. Alcanza sus exponentes máximos en el Salou Fest en la Costa Dorada de Tarragona o en Magaluf en Mallorca y se extiende cual mancha de aceite a otras zonas.

Son intolerables los comportamientos incívicos que se observan año tras año en estas localidades y que deberían ser desterrados cuanto antes. Se producen sucesos de alcohol, droga y sexo que están prohibidos en los países de origen de los practicantes y que se consienten en estos lugares con el pretexto de no ahuyentar a los turistas. Pero se logra el efecto contrario. Se van los turistas de alto nivel y se queda esta chusma de indeseables que viene a hacer en España lo que no les dejan llevar a cabo en su país.

Este turismo de bajos instintos es el que ha de prohibirse. Las autoridades competentes han de actualizar las leyes si es necesario, y las policías y los jueces han de aplicarlas hasta conseguir la expulsión de estos indeseables de nuestra tierra. Como se hace en otros lugares. Exactamente igual. Este tipo de turismo no le interesa a España que debe optar por uno de calidad en los comportamientos.

Lo que no es de recibo es arremeter contra el turismo en general sin discriminación, como ha comenzado a hacer en Barcelona y ya lo ha extendido a Palma y otros sitios, Arram la organización juvenil de la CUP. La CUP es la organización en la que se refugian los anti sistema de Cataluña en su mayoría identificados con el anarquismo. La cuna española de los libertarios fue y sigue siendo Barcelona. Desde su origen los anarquistas ha hecho un gran daño a España. Al parecer tratan de seguir haciéndolo bajo la mirada permisiva de algunas autoridades catalanas.

La CUP no es nadie para decidir sobre el turismo español. Solamente las autoridades tienen potestad para perseguir el turismo de baja estofa que se está metiendo en España y erradicarlo.

Por lo demás el sector ha de ser promocionado dentro y fuera de nuestro país ya que  aporta más del 11 % de nuestro PIB, generando una considerable cantidad de empleo. Por eso ha de seguir siendo uno de los pilares, por supuesto no el único, de nuestra economía. Y hay que protegerlo. Pero no cargarse la gallina de los huevos de oro como pretenden la CUP y sus cachorros. Cuyo objetivo último es la destrucción de España como país. Lo vienen intentando desde comienzos del siglo XX. Sin conseguirlo. Hasta ahora.


Comparte en redes sociales

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *