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YO VI MORIR A UNAMUNO

OPINIÓN
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Quién iba a decirle al profesor de Derecho, Bartolomé Aragón, que aquella visita a la casa de Miguel de Unamuno, iba a convertirse en un hecho, que llevaría grabado hasta el final de sus días: La muerte, en su presencia, de Miguel de Unamuno.

 

“A pesar de ser un personaje difícil, yo le caía muy bien a Unamuno y le gustaba llevarme la contraria. Pienso que, entre ambos, había empatía. Regresé de Jaca a Salamanca, en el mes de diciembre de 1936, con el fin de examinarme y, de paso, hacerle una visita a Unamuno. Ya conocía el incidente que había mantenido con Millán Astray. Al llegar a Salamanca, le llamé por teléfono y cogería la llamada su hijo Rafael. Tras un instante, me respondió que, tratándose de mí, me recibía, a las cuatro y media de la tarde. Ese día de diciembre, hacía muchísimo frío en Salamanca. Así que me acerqué a su casa y lo encontraría, físicamente, mal. Eran las cinco y media de la tarde y lo encontré muy decaído. ”Yo moriré como mi mujer – me dijo -, pero más deprisa, más deprisa”. Antes de que me sentara, añadió:” Sin embargo, me encuentro mejor que nunca.” Yo le llevaba un ejemplar de “La Provincia F. E.” de Huelva. Al verme con ese periódico, me dijo: ”No quiero verlo, no quiero ver esas revistas de ustedes, porque, ¿cómo se puede ir contra la inteligencia?”. “Don Miguel – le respondí – Falange ha hecho un llamamiento a los trabajadores de ella.” Y él preguntó:”¿Cómo?”. “Sí, sí, lo ha hecho y le prestarán  su apoyo; no lo dude usted.” Luego, me habló de Ortega y de su marcha, y no le agradó nada que llevara la camisa azul, “sí vino usted con ella el último día, aunque veo que trae el yugo y las flechas.” “Ahora no me interrumpa usted: Yo había dicho que la guerra de España, no es una guerra civil más, se trata de salvar la civilización occidental”. “Después, dijo esto el general Franco y ya lo dicen todos.” En sus palabras, yo encontraba más amargura y dolor que acritud. En un momento de la charla, le dije: ”La verdad es que, a veces, pienso, si no habrá vuelto Dios la espalda a España, disponiendo de sus mejores hijos”. Y, en ese instante, dio un puñetazo sobre la camilla, y exclamó:”¡Eso no puede ser, Aragón! Dios no puede volverle la espalda a España. España se salvará porque, tiene que salvarse!.” “Haría una hora que estaba con él y, en un instante, observé cómo se le aflojaban las piernas.., hasta el brasero. Y, nervioso, llamé a la criada y esta al médico; no, no era Villalobos, a pesar de la amistad. Con una receta del médico, fui, a todo correr, a la farmacia de la plaza mayor, a por una medicina. Regresé y, ante mi estado de nervios, el médico me recomendó que me marchara.

 

Esa noche, en una cama del hotel Novelty, sin poder conciliar el    sueño, caería en mis manos un poema de Unamuno, escrito el 31 de diciembre de 1906, treinta años antes de su muerte, y a la misma hora. Toda una premonición.”

 

(En el teatro salmantino del Liceo, estrené la obra: “El Hidalgo Don Miguel”, con motivo de unas jornadas dedicadas al pensador vasco)

 


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