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¡PERO QUÉ MONOS SOMOS¡

OPINIÓN
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[Img #50149]Diversos pensadores han  diagnosticado la situación de la sociedad actual, como inestable.  ¿Cuál es el síntoma que avala esta sospecha? La pérdida de  valores de referencia.

 

Los que tenemos unos cuantos años teníamos en mente, ciertos elementos que constituían la base, los cimientos, sobre los que construíamos nuestra vida. ( No quiero presuponer que fueran lo correcto,  y lo mejor, pero daban seguridad). Casi todo era para siempre: El primer trabajo solía ser el único, para siempre, y si cambiábamos, sólo era para mejorar o ascender en el mismo. La familia era una institución monolítica, y  casi jerárquica, los padres luchaban para que sus hijos fueran más que ellos, pero los hijos respetaban a los padres, cuya figura estaba en  lo alto de la  pirámide, y eran ellos eran los que se volcaban hacia sus progenitores, no al revés, y por supuesto el matrimonio era para toda la vida, aunque el uno o la otra, se la hicieran insufrible. En la actualidad, los hijos demandan de los padres todo, y por supuesto, más que dan, y las  parejas, cuando se juntan, no ven un horizonte claro de permanencia mutua para toda la vida, de ahí su reticencia a la unión matrimonial. Ante esta inestabilidad, es evidente que los hijos, no están en el horizonte de las nuevas parejas, que no son sino un pozo sin fondo de gastos e incomodidades, y, cada día más, ese vacío es cubierto, anímicamente, por mascotas, que dan menos guerra y si me apuras son más agradecidas. En otros aspectos, más referidos a  sentimientos y valores, como; la creencia en una patria común, esta se ha resquebrajado por las presiones de ciertos intereses independentistas. Tampoco el amor y la defensa a una lengua que uniformice las relaciones entre todos, pasa por uno de sus mejores momentos, influenciado por los mismos motivos anteriores de desafección a una unidad patria, con lo que las palabras inglesas y la hibridación del inglés en palabras, anuncios y canciones, hacen que una lengua que se habla más que la de los ingleses, se convierta en la hermana pobre, porque lo que mola es la jerga, llena de anglicismos. Pero sin duda, los valores que más han sufrido y que siguen siendo diana de ataques diarios, son  los sentimientos religiosos.

 

En  cierta ocasión escribí que el hombre, en la evolución desde el primate, mostraba su humanidad, cuando era capaz de tener un pensamiento trascendente, que superaba la mera animalidad, como se demostraba, en la ofrenda de la piedra Excalibur, arrojada como ofrenda a los muertos, en la Sima de los Huesos en Atapuerca.  He leído, hace poco, un reportaje, que reflejaba la gran sorpresa de los primatólogos, como era, el haber descubierto el inicio de este sentido trascendente en los chimpancés, materializado en la colocación, de piedras a los pies de un árbol, y del cambio de comportamiento al aproximarse a esos lugares que los estudiosos no dudan en calificar como sagrados para ellos, tan es así, que emiten una hipótesis que quizás pueda ser calificada como maximalista, pero que para ellos les hace intuir  que hay un cierto margen, tanto como para hacerse una pregunta. ¿Creen los chimpancés en Dios? Estos comportamientos, implicarían una cierta señal evolutiva en su cerebro, que mostraría un sentido trascendente.

 

Cabe pensar, que estos que reniegan de toda religión y que persiguen con todos los medios a su alcance el borrarla, se sitúan en un paso anterior a la etapa evolutiva, en la que la humanidad apunta su nacimiento a través de estos comportamientos, que muestran la certeza de la existencia de un ente que supera la mera animalidad.

 

En el siglo XIX, los que defendían la superioridad de los humanos frente a los animales, mostraban su rechazo frente a las teorías evolutivas de Darwin. Cuando los fabricantes de Anís el Mono, le pidieron a Ramón Casas, un dibujo para la etiqueta de las botellas, no se le ocurrió otra cosa, que poner al mono con la cara de Darwin. Estos  nuevos evolucionistas que niegan la trascendencia, no me extrañaría que también acabaran poniéndonos a los que creemos,  la cara de los chimpancés.


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