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A  Leandro García Rodríguez (en el lugar, Ti Aleandru Botón) le faltó poco para llegar a los 100 años de edad.  Había nacido a las doce de la mañana del 8 de julio de 1904.  Ese mismo día también veía la luz el célebre matemático francés Henri Cartan, el de la “Teoría de haces”.  El almanaque celebraba a Santa Candrada y a San Disibado.  Aquel año, su padre, Ti José García de la Cruz, cumplía los 51 años, y su madre, Ti Rafaela Rodríguez Calvo, los 31.  Don Valentín Moriano Santos, secretario del Ayuntamiento y natural de la villa jurdana de El Casar de Palomero, daba fe de ello en el acta de nacimiento.

 

     Me honró muchísimo (y me honra su memoria) la amistad que mantuve en todo tiempo y lugar con Ti Aleandru “Botón”.  Fue un excelente informante y me contó cosas que, según él, a nadie había contado.  Su menuda figura, con el sempiterno cigarro en aquella mano que tenía mutilados un par de dedos, su inseparable sombrero de paño y su ramito de albahaca en la oreja, permanecerá siempre en mi recuerdo.  A él le tocó bailar en tiempos revueltos.  Ostentaba el cargo de primer teniente de alcalde el 18 de julio de 1936, y aquel día el Ayuntamiento celebraba un pleno extraordinario.  Ninguno de los concejales presentes se imaginaba lo que se les venía encima.  Solo se echaba en falta a don Emilio Álvarez Ávila, el secretario y muy conocido por sus ideas de izquierda.  Había solicitado un permiso de ocho días.  El pleno municipal se había convocado para ratificar la declaración de Utilidad Social de las fincas de “La Dehesilla” y del “Cuarto Real”, donde se procedería al asiento definitivo de los jornaleros, yunteros y pequeños campesinos de la localidad.

 

     “Habíamuh ya tratau lo de loh asentamientuh en lah fíncah -me refería Ti Aleandru- y andábamuh con ótruh asúntuh de poca monta: que si el jalbiegu de la casa de Ayuntamientu, que si únuh viájih a Herváh, que si recétah de la Beneficencia… y qué si yo, cósah asín.  No sabíamuh ná de ná de lo que ehtaba ocurriendu en Ehpaña. ¡Quién se iba a imaginal que s,habían sublevau parti de lah trópah contra la República…!  Nusótruh éramuh concejálih republicánuh y socialíhtah y cuasi tóh ehtábamuh afiliáuh a la Federación de los Trabajaórih de la Tierra.  Del golpi de Ehtau no moh enterámuh hahta pol la nochi, cuandu una tal Ti Ana “La Culona” regresó de Plasencia de vendel güévuh, que era recovera, y venía toa alarmá pol lo que había sintíu”.  Aquella misma noche los partidos y sindicatos de izquierda de la población recibieron por teléfono la consigna de movilizar a sus afiliados y simpatizantes y parar a las tropas del cuartel de Plasencia, que se había sublevado contra la legalidad republicana, y sitiar el cuartel de la guardia civil de Ahigal, que también se puso de parte de los golpistas.  Les prometieron armas, que jamás llegaron.  Algunos, pertrechados con cuatro viejas escopetas, se parapetaron en la margen derecha del río Alagón y otros controlaron los movimientos de la Benemérita.  Pero no sirvió de nada.  El pueblo fue tomado y se nombró una comisión gestora.  A los pocos días, se presentaron en el lugar los pistoleros fascistas.  Alguien había confeccionado una lista negra con 22 vecinos.  Leandro estaba entre ellos. Al frente de los esbirros venían Vicente Sánchez Blanco, alias “El Meón”, de Zarza de Granadilla, y Julio o Julián Albarrán García, apodado “Chiripa”, oriundo de Mohedas de Granadilla y presidente de la comisión gestora de Ahigal.  Venían en dos camionetas.  Sus rostros eran el fiel reflejo del retorcido y nauseabundo odio que llevaban por dentro.  Pero no esperaban encontrarse con la rotunda oposición de don Fulgencio Corrales Martín, hijo y médico del lugar y responsable de la comisión gestora local, y de don Rufino García Flores, párroco de la localidad, natural de Casillas de Coria.  El médico con una pistola en la mano y el cura abrazado a una escopeta hicieron frente a aquellos asesinos que, echando pestes por sus colmillos sanguinolentos, volvieron las espaldas, con el rabo entre las patas.

 

     “Aquellu ya se vía venil -relataba Ti Aleandru-  , que yo loh vía mu envalentonáuh últimamenti, mu fachendósuh élluh y con únah rabiósah jiélih cumu si ehtuviesin entripáuh de un mal dolol”.  Me contaba cómo al mercado dominical de Ahigal llegaba un tal “Elgargu” (Edgardo), que era un señorito de derechas, con mucho mando, de pelo blanco y algo rizado, más bien seco y que tenía la boca “cumu un dehtral”.  Residía en Hervás y traía consigo a una perrita que atendía al nombre de “Linda” y a cuatro o cinco muertos de hambre que eran como sus guardaespaldas.  Se colocaban a las puertas de las tabernas y, cuando alguno de chambra y pantalón de pana osaba pasar, les amenazaban y les vituperaban diciéndoles que irían “a emborracharse con el dinero que les mandaban de Rusia”.  Más de una vez tulleron a palos a algún que otro jornalero, sin que la guardia civil interviniese o investigase el caso.  “Era genti mala, que se jadían mala sangri y leh salían lah jiélih pol la boca polque lah izquiérdah habíamuh ganau las eleciónih y pol primera vé en la hehtoria se jadía juhticia con lah clásih bájah y moh trataban cumu a presónah”, razonaba el nieto paterno de Ramón García y Josefa Rojo, ambos del pueblo de Cabezabellosa.

 

     Salvando las distancias y estando a muchas millas de aquellas aguas turbulentas del 36, mi mente, al leer en mis cuadernos de campo aquellos relatos de mi buen camarada Leandro, no ha podido por menos que juguetear con los nombres de Edgardo y de “Linda” (su perrita), que forman un sarcástico pareado con Eduardo Inda, director de “OKdiario” y al que vi vociferar en la noche del sábado, en el programa televisivo que presentan Iñaki López y Andrea Ropero.  Rara la vez que me siento ante la caja de los truenos, porque de ella salen truenos y rayos, mala baba y amargas bilis, cuando asoma su afilado rostro ese periodista navarro.  Jamás he visto (¡y mira que los hay!) a nadie que rezume tanto odio hacia esa formación emergente y rupturista denominada Podemos.  A veces pienso (y conmigo lo piensan otros muchos) que le devora una neurosis obsesivo-compulsiva que degenera en una viciada personalidad anancástica.  No puede ver a los descorbatados, a las rastas, a las coletas, a los desgastados pantalones vaqueros y otros indumentos informales de esos ciudadanos que acaban de trasponer sus barricadas y han entrado en el parlamento de este país llamado España.  No aguanta que esta gente llame a las cosas por su nombre, sin eufemismos ni circunloquios.  Le producen úlcera estomacal esos ciudadanos, que no son, ni mucho menos, sus ciudadanos, los del partido que dirige Albert Rivera, tan radicalmente hostiles, como huestes que son de la derecha, hacia la España plural y hacia la redistribución del pan, la justicia, el techo y la patria para todos que defiende la izquierda sin complejos.  Lógicamente, la izquierda con complejos está a la defensiva, bloqueando por cielo, tierra y mar incluso a amigos de muchos años, a los que borran de un plumazo por llevarles la contraria y por carecer de argumentos para rebatirles  en los debates que abren en sus páginas de las variopintas redes sociales.

 

     Eduardo Inda aborrece a muerte a los que heredaron la savia revolucionaria de Ti Aleandru “Botón”, al que le gustaba enormemente escuchar en la radio de don Emilio Álvarez, el secretario del Ayuntamiento de su pueblo, los discursos de Francisco Largo Caballero y Juan García Oliver.  Entre esos herederos no están los que abandonaron el derecho de autodeterminación de los pueblos de España, nos engañaron miserablemente con aquello de “Otan, de entrada No”, contemporizaron con la derecha (y lo siguen haciendo). se volvieron amigos de la “beautiful people” y que, según las malas lenguas,  están hasta la médula entrampados con la oligarquía bancaria, por lo que sus amos y acreedores les moscardonean continuamente a la oreja con el sonsonete de “¡Ojo con pactar con Podemos!”.  Si el que fuera cachorro de la ultraderechista Fuerza Nueva, Rafael Hernando (ahora portavoz del PP en el Congreso), acusaba a Podemos de “usar el manual del golpista” (¡¿quién habló, que la casa honró?!), no le queda a la zaga aquel otro Hernando, Antonio (con el mismo cargo, nada más que con el PSOE), quien no ha tenido empacho en llamar de todo menos guapo a Pablo Iglesias Turrión, por no haberse plegado a los intereses derechoides, pazguatos y oligárquicos de la conjunción PSOE-Ciudadanos.

 

     El solo olor de los masajes baratos del afeitado que usan los de Podemos causan espantos y lipotimias en el que fuera director del periódico deportivo “Marca” entre los años 2007 y 2011.  Y si el xenófobo y hacedor de políticas de tierra quemada Xavier García Albiol, exalcalde del PP por Badalona, carece de vergüenza para afirmar que Podemos se financia “con dinero manchado de sangre”, Eduardo Inda se saca de la manga, de las perneras y de los calzoncillos si es menester papeles llenos de vómitos y de mierda para criminalizar a personas que lo único que pretenden es romper de una vez con esa España bananera, la que causa vergüenza ajena al ver que mucha de su gente no tiene rubor en manifestarse en la plaza madrileña de “El Callao” para alentar a un programa de los más cutres, casposos, alienadores, morbosos y todo un insulto a la inteligencia de los que emiten una de nuestras televisiones, como es el de “Gran Hermano”.  Niñatos sin conciencia social, adocenados y que solo transportan una masa de carne y de huesos, tan distintos y distantes de esos otros jóvenes que intelectualmente preparados, a miles, expulsados por esas políticas que han practicado el bipartidismo, vagan por Europa mendigando el puesto de trabajo que les niega la todopoderosa casta de su país.  Éstos son los de la “España de la rabia y de la idea”, que versificara don Antonio Machado y que nada tienen que ver con los de “esa España inferior que ora y bosteza,/vieja y tahúr, zaragatera y triste;/esa España inferior que ora y embiste/cuando se digna usar de la cabeza”.  La juventud que intenta rasgar y romper lo viejo frente a aquella otra que se conforma con “panem et circenses”, con el gatopardismo de los que acuden al reformismo para no cambiar nada.

 

     Mi noble y entrañable amigo Leandro García, el que fuera nieto materno de Ti Antonio Rodríguez Jiménez y de Ti Antonia Calvo Iglesias, se libró de la masacre porque otros dos vecinos, también bondadosos y humanos como él, con mando en plaza, les cortaron el paso a los matones.  Jamás odió a nadie, ni a los que le quisieron linchar.  Sus pupilas claras y sinceras se cerraron a las siete y media de un frío atardecer de enero.  Peinaba ya noventa y seis inviernos.  Ocho horas antes de su muerte, El Salvador sufrió un fuerte seísmo, con una magnitud de 7,7, como si hubiesen detonado 160 millones de toneladas de dinamita. En el santoral, figuraban San Estratónico y Santa Juta. De él no heredaron nada, desgraciadamente, Eduardo Inda y otros que bailan el mismo son y les carcome la misma rabiosa hiel.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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