NO “TO ER MUNDO E GUENO”.

El genial humorista Manolo Summers, pontificó, con esta frase, una supuesta radiografía de la sociedad, y así ha quedado, quizás porque queremos creer que así es. ¿Pero lo es? Algunos se están planteando la opción contraria, y dicen que explica mejor lo que ocurre en la vida diaria, que, de entrada, todos somos egoístas y aprovechamos las circunstancias para obrar mal o beneficiarnos a costa de los demás.  En  1788, James Madison escribía en el “Federalista”: “Si los hombres fueran ángeles, el Estado no sería necesario. Si los ángeles gobernaran a los hombres, ningún control al Estado, externo o interno, sería necesario”.

Con lo que se llegaría a la conclusión, que rebate todas las ideas de los “anarquistas utópicos “ (entre los que me encuentro) de la inutilidad del poder, bajando del mundo de la idealización, a la realidad  y concluyendo, que: “El Estado es un mal necesario”.

Me vino a la mente en otro día, que fui a ver el Palacio de  Hernán Cortés, en Castilleja de la Cuesta, (Sevilla), (para qué querría  tan imponente caserón, hoy convertido en Colegio de las Monjas irlandesas), tras ver los nombres de algunas calles, la perversión de algunos instrumentos que se pensaron para mejorar nuestra vida,  como la ley de la Memoria Histórica, que más bien se ha convertido en histérica, ya que la obsesión de alguno/as  por quitar estatuas, borrar nombres de calles, o incluso cambiar las denominaciones de algunos pueblos, casi roza lo patológico.

Y me vino esa idea, cuando al pasar por algunas de otros pueblos sevillanos,  como en Benacazón en el que “conviven”, conjuntamente, con la Pza. del Pueblo dedicada a Blas Infante, la de  “Alférez Alba,” con “ Pablo Iglesias”, casi haciéndose esquina, mientras más abajo, a la calle San Fernando le sigue, tras un cruce la de Ben a Cassum, que posiblemente dio el nombre a la localidad. ¿Lo quitamos, como algunos quieren hacer con los pueblos de colonización, que se fundaron en la época de Franco y llevan su nombre? Me paré también en Salteras, a cuya iglesia parroquial me dirigía, para sacar unas fotografías a una lápida del s.VI, que se encuentra en su interior, dedicada a una ilustre señora de nombre Eulalia. Evidentemente estaba cerrada, es una temeridad el tener abierta una iglesia, como estaban hace no tantos años, y en la mente de todos está el porqué. Pero encontré tres calles cuyas denominaciones nos indican que la concordia existe, y que sólo el odio y el integrismo ideológico puede provocar las actuaciones  sobre la desaparición de nombres, que en la mayoría de los casos sólo dicen algo a los historiadores y que forman parte del devenir  de una sociedad, como un documento de lo que fue. Las calles eran: Pablo Iglesias, a la que sigue Virgen de la Oliva y que hacen ambas esquina con Abad Juan Román. ¿Es tan complicado que pervivan todos los nombres? Lo que no comprendo, es que ya que no ha cumplido la función para la que fue pensada, nadie piense en derogar la dichosa ley, tan manipulada por algunos.