maria guardiola

El espíritu de las mujeres 

OPINIÓN
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Los contextos importan e influyen. Que María Guardiola, la nueva Presidenta extremeña, sea de Cáceres añade un plus a su circunstancia personal, no por ella, sino por una región en la que siempre se ha elegido como máximo responsable de la Junta a un hombre de Badajoz. Era la asignatura pendiente de Extremadura, tanto o más que lo fuera una mujer, por el sentimiento de olvido que, justa o injustamente, tienen las gentes de Cáceres, esa sensación de ser un segundo plato en cualquier comida, muchas veces más debido a la propia forma de ser del cacereño, más callado y menos reivindicativo, que a la unilateral decisión del gobernante, aunque que duda cabe que una cosa retroalimenta a la otra. Y ya han existido voces, poniéndose en guardia. Ustedes lo habrán leído, como yo, en los periódicos. A partir de aquí veremos cómo se desarrollan los hechos….

Por encima de la controversias políticas, de las que esta legislatura va a estar muy sobrada, quiero hoy fijarme en los aspectos más estrictamente humanos de los últimos sucesos producidos en la región. La edad y el estar totalmente fuera de los ámbitos políticos me ayuda en una visión más apegada a los aspectos ordinarios y cercanos al suelo y no tanto a la pompa y protocolos que tanto abundan por doquier.

He seguido con atención la llegada de la nueva Presidenta de Extremadura al poder. Lo que empezó siendo una renovación normal de una estructura política, se ha convertido  en un cambio total en la dirección de una comunidad. El que asciende tiende siempre a creer que lo ha logrado por sus méritos y los de quienes le han ayudado a llegar. Pero eso no es del todo cierto, porque sin duda en los procesos electorales unos pierden y en consecuencia otros ganan. Y no lo digo yo, lo deducen, una y otra vez, los expertos al analizar dichos procesos.

Ocurre que hay derrotas duras y otras más dulces. La diosa Fortuna, no me digan por qué, sigue ayudando a algunas personas (a unas más, menos a otras) para que no caigan en la depresión y les deja, en una especie de justicia poética, una parte de logro y algún que otro premio que les permita no hundirse demasiado entre las frustraciones del trabajo político. Con otros, la diosa no es tan benevolente. Es como si supiese de la fortaleza de  algunos en contraposición con la cobardía de muchos y no deseara abusar.

Una región, Extremadura, cuyos tres poderes fundamentales están dirigidos por mujeres, puede presumir de una cierta modernidad. No es del todo cierto, sin embargo. Y lo sabes en cuanto indagas en los vericuetos de las intrahistorias, aunque si, la imagen es una imagen de progreso y de avance de la mujer, lo cual no está nada mal. No porque las mujeres vayan a hacerlo mejor que los hombres, sino porque tienen la posibilidad de demostrarlo.

Provengo de una familia de mujeres fuertes, quizá por ello valoro tan sinceramente esta variante, aunque siempre desmitificaré tanta teoría maximalista (a favor y en contra) como rueda por ahí. Cada una de las historias de mis abuelas, tías y madre son verdaderos ejemplos de entereza y empoderamiento de la mujer, acaecidos en una época muy distinta a ésta con cuyos privilegios no merece la pena de comparar. El cómo cada una de mis antecesoras familiares se comportaron ante la vida y supieron salir adelante dice mucho más del valor, en sí, de las mujeres, que los múltiples estudios teóricos que hoy tanto abundan en el mercado, frutos de unas circunstancias mucho más benévolas y comprensivas sobre dichos asuntos.


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