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FRANCO, EL DESTRUCTOR DE ESPAÑA

OPINIÓN
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Acabo de llegar de vacaciones,  pasadas en  uno de los pueblos del interior de España. Al ver que la mayoría de los que allí estábamos, todos con raíces familiares en él,  vivíamos fuera, uno cae, todavía más, en la cuenta de la destrucción del tejido social de España, que hizo el Dictador. Incluso si me apuran,  su responsabilidad, es superior a la de los fusilamientos de muchos en la postguerra civil, porque con ellos se destruía, casi siempre  injustamente, un cuerpo, y se afectaba a un núcleo familiar,  pero con la política de desmantelamiento poblacional que se realizó, se destruyó  España. 

 

 

He encontrado entre los viejos libros, que había en la casa, uno, “Geografía postal de España”, que entre otras cosas permite ver la población de las diversas ciudades y provincias  en el año, 1962 en el que fue editado. Es evidente que al hojearlo,  me dirigí a Extremadura, e hice una comparación de las cifras, con la Cataluña de esos momentos. La sorpresa, fue, que las diferencias, no eran muy notables, e incluso, si se barre un poco para casa, el resultado estaría a favor de Extremadura. No hay que ser muy lince, para percibir cómo afectó esta política de industrialización y favoritismo a las diversas regiones, sobre todo comparándolas con lo que existe en la actualidad.

 

Así, Badajoz aparece con 851.616  habitantes, y Cáceres con 573.834, lo que hace un número de; 1.425450. (En el 2010, Badajoz tras haber subido en los últimos años, tiene 692137, y Cáceres  con datos del  2013 , 410 275)

 

Si sumamos los 330.270 de Lérida, los 332.802 de Gerona más los 362.826 de Tarragona, todas juntas suman; 1.025898 habitantes. O sea que entre las tres en 1962, no llegaban a la población de Extremadura.

 

Barcelona consta en esas fechas  con 2.337494 habitantes, lo que daría una cifra total de 3363392. O sea, prácticamente la mitad de los que había en Extremadura, y eso, que para esas fechas ya había salido mucha gente de diversas partes de España hacia los tres puntos privilegiados, Cataluña País Vasco y Madrid.  Posiblemente, hayan sido los políticos de estas comunidades Cataluña y País Vasco, los que hayan sembrado y cultivado el chantaje independentista, a ver si acababan sacándole más leche a la vaca España, y que los demás la alimentáramos con nuestros impuestos, y las compras de los productos facturados en estos lugares, pero si ha crecido la planta independentista  con tanta fuerza, ha sido porque el abono,  lo puso Franco, ( tampoco los políticos posteriores hicieron mucho por cortar el suministro).

 

El síndrome de nuevo rico del que han hecho gala estas regiones, ha pasado sin embargo, desapercibido en otras regiones a las que no se le han dado importancia ciertas decisiones políticas.  Sobre todo,  las referidas hacia las dos empobrecidas Castillas. Nadie se ha extrañado que provincias, más ricas,  que en la división regional antigua, formaban parte de ellas, no quisieron pertenecer a las nuevas CCAA, creándose varias Comunidades  uniprovinciales. Podríamos empezar con Murcia que se desembarazó de Albacete, con el que debería compartir su nivel de vida, evidentemente menor de la provincia manchega, en esos momentos. Seguir con Logroño  (la Rioja). No había color económico con su vecina Soria. O Santander, tres tanto de lo mismo, con la empobrecida Castilla la Vieja. Y rematamos con Madrid, cuyos impuestos y riqueza, se verían muy mermados si tenía que compartirla con Cuenca, Toledo o Guadalajara. Y esto, que se ha producido entre diversas CCAA, a nivel más global se ha maximizado  con Cataluña o el país Vasco, y ha llevado a los políticos de estos lugares, a proclamar el independentismo, aunque en esta ocasión el vecino pobre sería España.

 

Siempre se dice y no sin razón, aquello de “dime de lo que presumes y te diré de lo que careces”. Y así aquello de Una, que proclamaba en todos los lugares Franco,  se ha convertido por su culpa en una  falacia, ya que los intereses independentistas y el adoctrinamiento contra la patria común, para exhibir argumentos que justifiquen su separación, rozando a veces el esperpento, pretende la ruptura . Lo de Grande, indicando el orgullo de ser español, ha devenido en cosas tan absurdas, como el que preferimos, incluso en Extremadura, poner en los autobuses una campaña de la Junta, cuyas frases están en ¡inglés¡ a ponerlas en español. Pero  no hay que ir muy lejos, ¿de que vamos a extrañarnos si ya la extremeña Trujillo, ministra que fue de vivienda,  sacó aquella bochornosa campaña,  del “kelifinder”, las zapatillas con las que buscar vivienda? Nunca lo he entendido, porque me parece mucho más inteligente, como para dejarse “liar” por algún “genio” de la publicidad, con la palabreja inglesa y todo lo que conllevaba, pero ese es otro tema.

 

Con todas estas frasecitas, no es que estemos de buen rollo y en la cumbre de la modernidad, lo que estamos dando una imagen y una sensación a nuestros jóvenes,  a los que van dirigidas estas campañas, de despego y menosprecio de nuestro idioma, algo así como que deberíamos sentirnos avergonzados por hablarlo, cuando es el que más está creciendo en el mundo, eso sí, no por los compatriotas, más entretenidos en el Euskera, el Catalán, el Valenciano, el Bable y demás etecés,  sino por los hispanos, más duros de doblegar que los acomplejados españoles, que piensan que son más modernos, porque chapurrean algo de inglés.

 

Y lo de Libre, mejor lo olvidamos.

 

Todo esto me ha hecho ver que históricamente aquello de la España invertebrada, que escribiera Ortega y Gasset, en 1921,  ha tenido un protagonista, y  no ha sido ni Más, ni Pujol, ni Urkullu,  sino que  cuando se analiza la realidad, uno cae en la cuenta, que hacían bien en aclamar al Dictador en sus visitas por las calles de Barcelona, les estaba haciendo ricos, y pobres y despoblados al  resto de España .


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