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Los hijos (nuevos) del rock and roll

Elecciones 23JOPINIÓN
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Si todo lo que dicen los partidos políticos en plena campaña electoral fuese cierto, resultaría que son buenos unos y son malos otros. Y a la viceversa, dependiendo del lado de la “plaza” desde donde se mire. Así que al votante cívico puede planteársele la duda al elegir una papeleta, salvo que use criterios que tienen más que ver con las emociones y las simpatías propias (hacia éste o aquel) que con las virtudes ejemplares de las organizaciones y las personas que las representan. Pues todos, sin excepción, insisten sobremanera en los defectos de sus contrincantes. Y todos, y en todo, no pueden mentir.¿O acaso sí? ¿Siempre?

Ocurre, por ello, que al ciudadano más racional (o meramente reflexivo), no militante ni sectario, se le puede hacer un nudo entre los pensamientos y optar eligiendo las papeletas del día 23 por motivos particulares y genuinos, y no por motivos de interés general y patriótico. El más frío, por quienes le ofrezcan (al menos en teoría) mejores propuestas particulares conforme a sus necesidades. Y los más escépticos bajo el esquema de que puesto que la perfección no existe, su elegir es el tributo a pagar para que ruede la democracia. Un mal menor, que decía aquel.

Algunos partidos (quizá todos) tienden a creer que el votante es un crio chico al que se puede abducir con tipos variados de camelos. O por ser más veraces en la descripción, al que se puede convencer con unas gotas de sinceridad y muchas fruslerías. Lo publicitario desaforado en las redes ayuda mucho a esa creencia, que como casi todas, resulta generalmente errónea. La mayoría de los que elegimos, pensamos en lo qué hacemos y por qué.

Tengo para mi que, en esta convocatoria, muchos hombres y mujeres adultos no se acercarán a votar. Con conocimiento de causa. No solo por las fechas, en pleno periodo de vacaciones, sino también por las variadas circunstancias que inciden en el proceso. La radicalidad de las declaraciones políticas en los medios de comunicación ha invadido todos los espacios, de modo y manera que la mayoría comienza a sentirse literalmente abrumada. No hay información mediática que no agregue, más pronto que tarde, cuanto hacen los líderes y los mensajes políticos que lanzan. De lo que se precisa conocer, apenas existe algo más.

Las encuestas (esos atrapamoscas modernos) dicen que está más desmotivado el votante de izquierdas que el de derechas, pletórico este último por los resultados de las elecciones de mayo. De que se supere o no esa desmotivación pueden depender unos resultados favorables a unos u otros; lo mismo que ha de influir quien ocupe (VOX, SUMAR) el tercer puesto en el ranking. Los pactos hipotéticos después del día 23 acabarán de configurar el color político de este país.

La situación es diabólica. Y convendría amainar. En exposiciones, descalificaciones y discursos. Apago la radio y pongo la tele. En ella, un documental (Rock and Rios) muestra la fuerza de Miguel Rios en sus mejores años rodeado de un muy potente equipo. Nada habría sido igual, sin ellos “¡A los Hijos del rock and roll! Bienvenidos!” (canta). Pues eso.


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