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Ayer estuve reunido con un grupo de personas que son pobres de solemnidad

OPINIÓN
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Le hago un requiebro a la actualidad política  y a una semana muy intensa, para hablaros de algo que me obsesiona. Hoy existen dos Extremaduras, la de los que están esperando que yo sea capaz de resolver los grandes problemas de la región,  el déficit, la deuda, el pago a proveedores, las listas de espera en sanidad, la paga extraordinaria de los empleados públicos, los seguros agrarios, el transporte escolar, la dependencia, el colapso del mundo de la discapacidad, los autónomos y pymes que están al límite de la supervivencia. Y hay otra Extremadura. Ayer me reuní con los Campamentos Dignidad. No les voy a dar la interlocución formal porque nadie los ha elegido. La democracia exige legitimidad en quienes se atribuyen representatividad. Pero sí los voy a escuchar.  Porque ayer tuve la sensación de que en la presidencia de la Junta entraron pobres a hablar de la pobreza. Quiero que se me entienda bien. Ayer me reuní dos horas con un grupo de gente que no representan a nadie pero que me ayudaron a saber algunas cosas que nadie me las había dicho nunca tan claras.

 

Podremos tener los mejores maestros y profesores, que los tenemos y tendremos, toda la tecnología de la información y lo mejor del mundo , que de nada servirá si no entendemos lo que ayer una madre me dijo en la sede de la presidencia de la Junta de Extremadura. Guillermo, si yo tengo que estar pendiente de conseguir que mis hijos coman tres veces al día y que no pasen frío en invierno, no me puedo ocupar de sus estudios. Y no te equivoques cuando nos has hablado de recuperar la gratuidad de los libros de texto. Mi problema es el lapiz, el rotulador y el cuaderno. Ya estamos acostumbrados a que mis hijos estudien con fotocopias que les hacen sus maestros. Pregúntale a ellos.

 

 

Cuando os digo esto, ¿pensáis que exagero?

 

 

Esta crisis ha producido una brecha social de desigualdad que debe estar en el frontispicio de nuestra lucha. Esta semana , cuando me reuní con la patronal y con UGT y CCOO, les dije y coincidimos, que tenemos por delante un gran reto. Conseguir juntos que la pobreza desaparezca de nuestra tierra. Mientras , existe, aunque algunos no la vean.

 

 

Una persona a la que admiro, que se llama Marisa Prudencio, que me ha transmitido muchos valores en estos años difíciles,  me mandó un whatssap hace unos dias diciendo, ¨sé tierno con los emprobecidos y contundente, a la vez que justo, con quienes son responsables de su pobreza”.  Jamás la palabra ternura tuvo tanto sentido. Y la palabra justicia.

 

 

Guillermo


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